Nos agolpabamos todos con la cara desdibujada, para que no se nos reconociera. Solíamos tener una o varias direcciones, dependiendo de para qué quisieramos ser encontrados.
Por eso el pintor nos borraba los ojos, la boca, y la nariz, antes de meternos en sus cuadros.
Aún así, una vez allí metidos, todos sabíamos quien era el de al lado.
¿Y éso?
Porque la voz, no se puede borrar. Y las palabras forman ideas. Y las ideas conforman actitudes. Y las actitudes revelan personalidades.
Y ¿dónde dice usted que le pasó todo aquello?
No recuerdo bien, creo que era mundo paralelo, se llamaba Internet.
3 comentarios:
Mas bien diría un mundo alienado,pero ¿Cual estará peor?
Muy buen relato Anónima. También es este un mundo donde algunos sueño se hacen realidad. Un abrazo.
Completamente cierto. En internet, no es estrictamente necesario el rostro para manifestarnos, es más fiable la fluidez de las palabras que la inamovilidad de una expresión capturada en imagen.
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