Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

lunes, 31 de enero de 2011

COMUNICACIÓN

“¿Quieres que te cuente el cuento de pan y pimiento y de rábano asado?”, me preguntaba mi abuelo. “Sí”, le contestaba yo. “No te digo ni que sí ni que no. Lo que te digo es que si quieres que te cuente el cuento de pan y pimiento y de rábano asado”, insistía. Entonces contestaba no y él repetía lo mismo hasta que me cansaba y me iba. Aquello no tenía ningún sentido para mí pero siempre le seguía el juego un rato. Mi abuelo vivía solo, con mis padres, mi hermano y yo y era el único cuento que sabía.

"ZOOM. CIENTO Y PICO NOVELAS A ESCALA"





















El fotógrafo se encuentra ante los restos de un campo de batalla inabarcable, con miles de caídos sobre el terreno. Mediante el visor de su cámara selecciona un fragmento de realidad. Acciona el zoom y escoge una porción: un charco de barro con una docena de cuerpos. Vuelve a girar el zoom para acercarse a la escena: un joven soldado flota junto a su arma. Una vuelta más y enfoca la mano derecha del muchacho. El chico tiene algo entre sus dedos. El pulgar y el índice sujetan una minúscula criatura con alas blancas. El zoom no da más de sí. Para capturar la imagen, el fotógrafo tiene que acercarse y utilizar la opción «macro» de su cámara. Este libro de microrrelatos utiliza un objetivo «macro», pero paradójicamente, en Literatura, al «macro» se le denomina «micro». Zoom es un libro con ciento y pico realidades a escala, ciento y pico novelas captadas desde tan cerca, que sólo podemos leer un párrafo. Zoom no fotografía el campo de batalla, Zoom enseña al pequeño ser alado que sujetan los dedos del soldado. Zoom no muestra el fuego de un océano en llamas, Zoom enfoca la mano del pirómano que huye por la orilla. Zoom no describe el bosque de rascacielos, Zoom se centra en el rostro de un cíclope trajeado que observa la ciudad desde una ventana. Como un zoom gigante. Como un gran «macro». Como un descomunal «micro». De la única manera posible. Acercándonos mucho. Acercándonos.

La casa que no tenía espejos.

















     Llegó una noche de tormenta, hambriento y desvalido, buscando posada.

     Ya nunca se iría. Aquel discreto muchacho, sigiloso y de pocas palabras, les había llovido del cielo cuando, ya ancianos y ciegos, empezaban a sentir que las fuerzas les fallaban. No le preguntaron de dónde venía, la razón de su hermético mutismo o por qué se negó siempre en redondo a bajar a la aldea. Se quedó para siempre con ellos, en lo más profundo del bosque, llenando el hueco que dejara en sus corazones y en sus anhelos el hijo que nunca tuvieron. Trabajaba sin desmayo, reparó establos y porquerizas y, aunque las bestias se espantaban aún en su presencia, nunca estuvieron mejor atendidas ni tan bien alimentadas.

     El primer aniversario de su llegada le habían regalado un espejo. “Que a nosotros no nos sirvan no quiere decir que tú no puedas usarlos” –le dijeron divertidos. Él, sin decir nada, lo extravió esa misma noche en el desván. No llegó nunca a contarles su secreto.

     Desconfiado por naturaleza, aprendió a quererlos de a poco. Detestaba que lo atropellaran a cada rato en los pasillos y la manía que tenían de manosearle la cara cuando querían “verle con las manos”, pero nunca antes le había aceptado nadie como a un igual ni le había brindado nadie tanta ternura. Allí se encontraba seguro y algo así como feliz. En aquella casa sin espejos. En aquella confortable rutina.

     Pero no se engañaba, siempre permanecía alerta.

     Sólo una vez bajó la guardia y se quedó dormido en el río. Fue entonces cuando por las noches, en la aldea, al amor de las hogueras, empezaron a contarse historias sobre un hombre invisible que rondaba en el bosque las noches sin luna.
 

Mudanza

Tenía que cambiar de piso. Este ya se le estaba quedando pequeño. Pero le daba pereza. Había que buscar, mirar, remirar y por fin elegir. Pero ya no podía demorarlo más, ya casi no cabía en este. Salió de casa por la mañana, decidido a que hoy lo encontraría. Los rayos de sol acariciaban su espalda, era importante ver a la luz del día su futura casa. Y sí, tras un corto paseo, la encontró: estaba allí, sobre la arena húmeda, las olas la acariciaban una y otra vez. Se enamoró de ella nada más verla. Asomó la cabeza por la puerta y comprobó que no estaba ocupada. Siempre había deseado vivir en un caracol de mar, con esos pinchos tan largos que le daban un aspecto tan exótico, como de casa futurista, y este además tenía unos bonitos colores marrones y beiges. Se metió dentro, y se sentó en el centro de la sala, dejando asomar sus pinzas por la puerta. Hogar, dulce hogar.

(Como a todos los cangrejos ermitaños, le molestaba cambiar de casa al crecer. Sin embargo, esta vez había merecido la pena).


Puri Menaya. El rincón de la bruja de chocolate

Dulces besos y un sueño

 



Si algún día tuviera que buscar a alguien, creo que sería a ti. A ti que con tus besos endulzas mi existencia,…suaves, tiernos, amorosos.

Pero tengo un problema, no sé si realmente existirás, sólo me has besado en un sueño.
 
 
 
 
 
 
 
 

domingo, 30 de enero de 2011

Rectitudes

Tras toda una vida de entuertos, circunloquios y andar por fuera siempre del camino, fueron tan certeros sus últimos pasos, que no pudo por menos que vanagloriarse de su gran puntería mientras caía hacia la luz imaginando la sonrisa torcida de su recto padre. 

El cartógrafo

PATOLOGÍA.

El pato apático nadaba en el estanque sintiéndose patético. A su lado pasó un pato azulado.
Tal apatía la provocó su pata por darle la patada y valga la redundacia la patita Patricia le hizo una auténtica patada.
Para mayor ofensa el paterío le apodó sinpático lo cual lo puso patológico.
Todo un pathos éste asunto.
Ahora debía empatar y buscó a un sabio, el pavo impávido. éste le dijo --- Tú empata, vé al pantano y causales una pataleta que los deje patidifusos en su propio patio.
Que difícil es lograr la empatia.
Como no era psicópata se trataría con un homeópata. El doctor Zapata. Quien le diagnósticó con hepatitis.

Pase de revista



Era como vivir en un cuartel, así que, después de toda una vida viviendo con un sargento, se divorció.
Al cabo de 6 meses se alistó en el ejército.... Echaba de menos el pase de revista, pero así al menos se aseguraba una jubilación remunerada.

sábado, 29 de enero de 2011

EL PACTO

Y el pacto se cumplió a la edad de mis 88 años, ella volvió con la misma que cuando la vi por primera vez, fue mi primer amor y ella será la que con lágrimas en los ojos pondrá el fin a mi vida.
Tenía el mismo pelo greñudo y rojo que de costumbre, el mismo lunar, la misma sonrisa y los mismos ojos apagados que me cautivaron. Me asombré que ella, fuera tan pequeña, pero la juventud te da una visión que la vejez ya no tiene.
Sentado en mi silla, la oí entrar, con esa figura no cambiante, los años no le habían hecho nada, pero durante el rato que pasamos ella me explicó todo lo que vio en el mundo, su visión había cambiado, se había vuelto extraña, su mente era mas vieja, más sabia, pero más fría. Estaba cansada, y si no hubiera sido por aquel pacto. Hace tiempo que hubiera dejado que los rayos del sol la convirtieran en polvo.
Esa última noche, al final fue la última de los dos, en ella reímos, lloramos, cantamos... Quizás por eso, ella abrió aquel corazón que dejó de palpitar hace muchos siglos.
Al llegar la aurora, sonrió, los dos supimos que era el fin así que sólo terminó la noche. Terminó con lo que hace mas de 70 años juramos, me mordió hasta que la última gota de mi sangre, fue libada por ella, fue tan dulce como decía, o quizás era por la implicación del momento. Y cuando un rayo de sol entró ella besó mi pronto cadáver que sonrió despacio y desapareció convertida en lo que desde hace tiempo deseaba... polvo.
Así terminó una vida de cientos de años, con un simple mordisco un simple beso una simple noche una simple mirada, una simple sonrisa.
Los dos convertidos en polvo. Quizás más pronto más tarde, esperaba que la puediera volver a ver. Esperaba poder volver a ver aquella sonrisa.

ORIFICIO DE SALIDA

La bala, en la sien. Sin salida. Los puños, cerrados. Sin entrada.
Consigo finalmente abrirte uno tras desencajar cada uno de tus dedos, se me quiebra alguno. Un papel arrugado, Teresa. En el otro, la rabia dibuja cinco pequeñas hendiduras rojas en la palma.
Ha sido ella, estoy seguro, aunque todos los indicios apunten a tu suicidio. Es tu pistola, sí, pero no hay huellas.
Ha sido ella: Mira sus ojos, lágrimas de una en una, de ojo en ojo, rítmicas. Mira su boca, esa mueca que está negando al llanto.
De repente, la bala sale disparada de tu otra sien y se incrusta vengadora en su corazón. Fluye toda la sangre. Cesan todas las lágrimas.

Buena puntería


El primero en caer fue el conejo azul. Unos segundos después, la víctima era el pato. Más tarde, vi caer con horror al cerdo, mi compañero y amigo. El siguiente era yo.
Aterrorizado busqué al culpable de la masacre: estaba sólo a un par de metros y sonreía.
Oí el disparo que tenía mi nombre pero… permanecí en el sitio. ¡El asesino había fallado!
Cuando el mecanismo que me mueve me devolvió a la calle, lo vi por última vez en mi vida. Llevaba en los brazos uno de los premios que se entregan a aquellos que tienen buena puntería. Llevaba en los brazos a la muñeca Chochona, mi novia.

Electrodomésticos, dos en una

complejo de estufa
Allá, en el hospicio de Cuatro Caminos, lo más parecido al complejo de Edipo era pasarse el día pegado a la estufa para sentir su calor.

el retorno
Tras la cuenta atrás, el frigorífico se elevó y salió despedido hacia la luna. Atravesó el techo, y la lámpara de araña con cristalitos brillantes de la profesora de piano. En su vuelo sorteó el dormitorio de los Benítez, como estaba previsto. Al salir por la chimenea, se desprendió de los imanes de la puerta. Llegado el punto de no retorno, Javi se comió el bocadillo de mortadela que le había preparado su madre. Ya en el satélite amigo abrió la puerta, no sin antes coger mucho aire. Así, con el disfraz de teletubby y manteniendo la respiración se dio un paseo, pateó unas cuantas piedras y regresó. Mientras se comía el de salami pensó que esto de ser astronauta no era para tanto, y se volvió a casa. Su madre se había ido a hacer un recado, y él se tumbó a ver la tele que es lo que hace cuando quiere tumbarse a ver la tele y su madre ha salido a hacer un recado.


bicefalepena

viernes, 28 de enero de 2011

Causa probable de muerte

El microcuentista estaba convencido de que cada autor disponía de un conjunto finito de argumentos. Por miedo al agotamiento de su mar de historias y las consecuencias indeseables que pudieran derivarse de ello, dejó de escribir. Así fue feliz durante el resto de su larga vida, pues tenía la certeza de que en cualquier momento sería capaz de retomar la actividad creadora y abordar esas tramas nuevas y cautivadoras que había dejado pendientes. Las extrañas circunstancias que rodearon su muerte justificaron la autopsia a la que su cuerpo fue sometido. Quienes la practicaron terminaron la jornada renegando de cómo se les había puesto la sala, toda perdida de personajes y ambientaciones desconocidas que brotaban como fuentes de cada víscera, de cada músculo.

Caboclo
http://capiroba.blogalia.com

P. S. No quiero dejar pasar la ocasión de esta primera colaboración para agradecer a Torcuato su amable invitación a participar en este espacio. Espero que no se sienta defraudado.

jueves, 27 de enero de 2011

Recuerdos

La pradera donde corría de pequeño. El riachuelo donde chapoteaba en verano. Incluso el viejo ciruelo junto al paso a nivel. Todo seguía igual. Cuando subió a aquel tren apenas unas horas antes en Atocha jamás pensó que el viaje terminaría en su pasado.


Se sorprendió de que aquel lugar aún existiera en los mapas ferroviarios cuando sin mucha convicción pidió el billete. Y sin embargo allí estaba, tal y como lo recordaba… Entonces volvió la vista y vio la casa del jefe de estación. Hueca, inerte, marchita.

Regresó de golpe al presente contemplando las ruinas de su memoria infantil.

Blog: Palabras preci(o)sas

miércoles, 26 de enero de 2011

Reciclaje

Melquíades Cortázar, el barbero de la calle Cuchilleros, salió descorazonado de su visita al médico: le acababan de diagnosticar Parkinson. Aunque él ya lo sospechaba no quería admitirlo, era demasiado joven para tener esa jodida enfermedad.

Cabreado consigo mismo, con la vida, con el mundo, no sabía qué hacer. Un barbero con Parkinson no era el mejor reclamo para el negocio.

Tras sopesarlo bien, semanas después montó un negocio de comida rápida. Poco a poco los clientes de la barbería fueron desapareciendo, pero la hamburguesería fue un éxito rotundo. No había carne más sabrosa que la que vendía Melquíades.

En 99 palabras

Cuatro Nanos

(Ayer publiqué en mi blog un relato que venía para el microrrelatista pero se me quedó bastante más largo de lo que nos pide Torcuato así que, sin material nuevo que poner hoy aquí, recupero cuatro nanos. Intentaré que la repetición no se repita.
Saludos a todos)

La crisis y el ladrillo.
Ella lo abandonó, antes incluso de que acabaran de construir la casa en la que habían de vivir juntos. Él escribió con pintura blanca sobre una pared de ladrillos: Techo de menos.


Amores imposibles.
El imaginarla sola, sentada en la estación, esperándome, fue el único motivo del viaje.


Intuición Indígena.
Los indios y la primera comunidad de religiosos cruzaban miradas desconfiadas.


El origen de la Política.
La primera vez que el encantador de serpientes dejó que su aprendiz hiciera el espectáculo algo falló. La cobra no salió del cesto. Sin embargo, cientos de mercaderes y feriantes cimbreaban a su alrededor.

Hugo Cueto

Loca venganza

Tras varios meses de hospitalización recibió el alta. Aunque físicamente estaba bien, psicológicamente la herida seguía abierta. Tardó bastante tiempo en salir a la calle; pero cuando se decidió, el destino hizo que se topara con el salvaje que casi le arrebata la vida por un portátil y calderilla.

Le siguió hasta un callejón. Un adoquín, junto a la rabia acumulada, transformó aquel rostro odiado en una masa deforme y sanguinolenta. De vuelta a casa, saboreando su venganza, se cruzó con un compro-oro y le vio, miró al vendedor ambulante y le vio, observó al taxista y le vio…

En 99 palabras

El gigante tragón

Ilustración de Carmen Rapallo (6 años)

Nantú es un gigante grande y torpe. Siempre tiene hambre. Cuando ve el sol brillando en el cielo, lo confunde con una apetitosa naranja. Le gustaría comérsela, pero está tan alta que por más que se estira no consigue alcanzarla.

Más tarde, Nantú se da cuenta de que la gran naranja va descendiendo poco a poco, así que se esconde justo detrás de la línea donde se unen el cielo y la tierra, abre su boca enorme y espera.

El sol, rodando, rodando, se mete dentro de la boca de Nantú. Los pájaros despiden el día cantando y el cielo se pinta de negro.

Nantú traga deprisa, pero cuando el sol por fin llega a su estómago, siente un fuego que lo abrasa por dentro y no tiene más remedio que arrojarlo con todas sus fuerzas.

El sol, impulsado por Nantú, comienza a subir en el cielo. Se hace de día. Nantú es un monstruo tan tonto que, cuando lo ve de nuevo en lo alto, vuelve a confundirlo con una naranja.

Elisa de Armas
http://pativanesca.blogspot.com

En Issuu podéis descargar el relato con dos ilustraciones para imprimirlo por las dos caras y doblarlo como un librito.

Vocación por amor

Cuando vi a Martina por primera vez supe que era la mujer con la que quería pasar el resto de mis días. Según fui conociéndola todos mis pensamientos se confirmaron, era ella. Cuando decidí pasar de amigo a algo más me dejó bien claro lo que buscaba, y me aseguró que no pararía hasta encontrarlo: “busco un hombre ingenioso, que no se ande por las ramas, capaz de simplificar cualquier complejidad, que me ofrezca una relación intensa y me sorprenda en cada momento” Tras oír todos los requisitos tuve claro el camino a seguir y empecé por hacerme microrrelatista.

En 99 palabras

martes, 25 de enero de 2011

Calígrafo



Encerrado en  un inmenso cuarto vacío, rodeado de palabras tiradas por todas partes, amontonadas, llenas de polvo algunas, humedecidas otras, no parecían tener un orden determinado.  Fijándose bien se podían leer, pero seguían sin tener sentido...Jarrón, alfombra, cuadros, gardenias, soledad, hastío...y asi miles de palabras sueltas. Porqué no podía ser como su hermano Midas?  al Rey Calígrafo no le hacía ninguna gracia el don que le habían regalado los Dioses...ni siquiera le gustaba escribir.

artistalight

lunes, 24 de enero de 2011

Monstruo

Estaba tan preocupada por los monstruos que imaginaba bajo su cama, que no se dio cuenta cuándo el príncipe con el que dormía se convirtió en uno.

http://relatosenlinea.blogspot.com/

CON EL PITILLO EN LA BOCA Y CENIZA EN LAS TECLAS

No importa la hora ni el momento.
Me despierto de noche, y mi mano se alarga tanteando en tu busca, mientras mi respirar me duele.
Sé que te llevas mi vida. Cada vez que te aspiro, sé que mi voz se va con cada bocanada de humo que trago y expulso. Sé que en el estanco me dejo, ese jersey que necesito,o esas botas, o incluso, ese saneado del pelo.
Y me duele respirar... como me duele...
Sé que me ensucias la ropa de la cama y la que yo llevo encima. Que mi habitación huele a bar de viejos y yo huelo a rancio.
Pero me despierto y te busco entre toses y me duele respirar...como me duele...

¡Cuando me encuentren!

Me desperté con la lluvia en el cuerpo, después de tantos días de calor, ¡de descomponerme al sol!
Siento la brisa, hoy tal vez el viento lleve el hedor y mi cuerpo sea descubierto.
-¡Hey! ¡por aquí! ¡hombre! ¿que no lo huele?
Que tristeza ver la belleza que antes me identificaba convertida en gusano y larva, en odio y venganza.
Cuando me encuentren, podré dejar de cuidar mi cuerpo...y salir tras él.

domingo, 23 de enero de 2011

Kevlar

Todo el mundo sabía que era una mujer bala. Andaba siempre acelerada, impulsada por una fuerza invisible que convertía sus pasos en ruido de metralleta. Atravesando la vida como un suspiro entre pelusas: todo revuelto alrededor. El día que se enamoró pareció estamparse contra un pecho de kevlar. Beso, boda, casa y familia se hicieron munición en su boca. El reloj biológico la activó como a una bomba y esperaba cada noche el estallido de ser fecundada. Tuvo mala suerte y terminó por convertirse en casquillo vacío. El médico les confirmó que su marido era, sin lugar a dudas, completamente de fogueo.


La reunión.



"Hola, mi nombre es Jack y llevo una semana sin asesinar a nadie" . Tras su presentación nadie se atrevió a decir nada. A ver quien iba decirle a aquél hombre que aquellas reuniones de auto ayuda no eran precisamente para problemas como el suyo.


CELIA


Creo que son extranjeros. Al niño calvo de la ciento uno le llaman el Hodgkin; debe de ser inglés, aunque se lamenta en un perfecto castellano. Al gordito de al lado le dicen el Asperger, pero siempre está callado y resulta imposible averiguar su idioma. Conmigo se confunden, me han nombrado como la Metástasis, o algo así. Los médicos son muy raros y no se les entiende ni la mitad de sus murmuraciones. No importa: me llamo Celia, tengo siete años y soy de Cuenca.

Manuel Merenciano

sábado, 22 de enero de 2011

GRANDES HAZAÑAS

Lo conocí al servicio de su majestad el zar. Venía al pueblo a descansar de las fiestas en los salones de San Petersburgo. Por las noches, mientras mis padres realizaban sus últimas tareas, me colaba en su salón, lleno de volutas de humo que salían de su pipa. Me miraba sonriente y me contaba hazañas increíbles: carreras en caballos salvajes, trineos en tempestades de nieve, cacerías con su majestad y miles de historias que me hicieron feliz en mi infancia. La juventud fue distinta. Conocí su látigo, sus órdenes y sus castigos. Nunca vi persona más cruel.



Ahora, en plena revolución, lo iba buscando por toda la ciudad, con ganas de revancha. En cada palacio, casa señorial o refugio, me hizo escudriñar hasta el más pequeño escondrijo. Llevaba su látigo, para que conociera en sus propias carnes lo que sufrió mi padre antes de morir desangrado. No hubo suerte. No lo he encontrado. Así que bebamos para olvidar.


-Hombre, gracias, hijo, por traerme mi látigo. ¿Qué sería de un buen bolchevique sin su sagrado látigo? ¡Qué tiempos aquellos en el pueblo …!

Adivín Serafín

Jéssica 110

Nació a principios de los cincuenta, en una familia de aficionados al cante. Su abuelo, “Pajarito de Triana”,  había grabado en su tiempo un single, lo que supuso un acontecimiento en la familia.
Por esa afición y, siguiendo una superchería de la época, le cortaron por primera vez las uñas junto al chorro del grifo de agua fría. Cortar las uñas de esa manera, garantizaba tener una buena garganta. De eso se encargó su abuela, doña Lola. “Verás  -le decía a la madre primeriza-  como esta niña nos sale cantante… pero de las buenas”.
Cierto es que, desde niña, su voz fue aterciopelada e incluso se podría decir que sensual. Su madre le llevó a varios concursos de radio para niños cantantes… sin, apenas, una mención. La realidad es que no guardaba ninguna relación su melodiosa voz con su “espantoso oído”.
Y así el tiempo fue pasando sin que despuntara en el bello arte de la música, o sí, según se mire...


En la actualidad,  con más de cincuenta años,  es conocida como Jessica 110 y es la operadora que más visitas recibe, de aquellos a los que seduce con su voz, en su línea caliente.


Towanda

1944, BOSQUES DE HÜRTGEN

En los bosques de Hürtgen, cuando el viento de este otoño arrecie – algunos simplemente dirán sople – las copas de los árboles se mecerán como el fuelle oxidado de un viejo acordeón. Aferradas a un minúsculo hilo de vida, las hojas ocres resistirán aún el envite virulento de las primeras ráfagas. Pero no transcurrirá mucho tiempo antes que una de ellas ceda, oscile y se precipite al vacío, deslizándose en espiral hasta alcanzar el suelo. Luego le seguirán todas las demás; una tras otra, cubriendo por completo la superficie del sotobosque. Urdiendo así un plúmbeo tapiz de hojarasca que cobije – algunos simplemente dirán que entierre – los cuerpos sin vida de miles de jóvenes soldados.

Agustín Martínez Valderrama

viernes, 21 de enero de 2011

Rápido

Todo avanza. Regular, veloz, monótono. Intermitentes centellas que me rodean en estruendoso sonido. Mi cabeza gira enloquecida intentando captarlo todo pero no puede, nunca ha podido. Los gritos, inconmensurables. Yo, solo. Alrededor, mi silencio, eterno compañero. Todo avanza, no lo niego. Y mientras tanto, la canción triste sigue estando ahí.

Todo avanza. Y yo, vomito.

-Javier Domingo-

Terapia rejuvenecedora

Al menos una vez al mes se quita el traje, los tacones y las lentillas. Con gafas, vaqueros y esa camiseta de los Rolling, se tira en los jardines de la Ciudad Universitaria con un libro y un shandwich. Lo malo es que los estudiantes son cada vez más jóvenes y más deslenguados. Ayer uno le llamó "señora" y se quedó tan ancho.
Puck

jueves, 20 de enero de 2011

¡Esas manos!

-¡Imbéciles! Brotó aquel grito infantil a través de la ventana. Algún niño cabreado, increpaba a sus compañeros de juego. Soy miedoso, lo reconozco, me asusto hasta de oír maullar a un gato, y debido al sobresalto, di un brinco merecedor de un record mundial. Literalmente, volé hacia la carretera por la que no dejaban de pasar coches. Conseguí no estrellarme contra uno de ellos agarrándome con ambas manos a los voluminosos y turgentes pechos de una bella mujer que pasaba cerca. Recuperándome en el hospital la duda me asalta: ¿Me golpeó aquella bonita chica o fue mi esposa?

Torcuato González Toval

miércoles, 19 de enero de 2011

Bases del I Concurso de Microrrelatos "El Microrrelatista"

Ya está en marcha el concurso de microrrelatos de El Microrrelatista. No sé muy bien donde me voy a meter, pero bueno, ya está decidido. Espero que sea una experiencia bonita.
Para saber de que va la cosa pinchad AQUÍ y si queréis comentar cualquier cosa, me lo comentáis en elmicrorrelatista@gmail.com.

Ojo.

¿Qué os parecería un concurso de microrrelatos de
El Microrrelatista?


Pues está al caer.

Sabor Metálico

En silencio, impactaron como dos proyectiles sobre el suelo. 

Mi cuerpo también había caído. Mi cara reposaba sobre el frío pavimento desgastado por el transitar de la gente y, aunque practicamente ausente por mi estado, era capaz de oír el estruendo de las explosiones y el griterío de la muchedumbre.
 
De repente, cayeron dos enormes gotas de sangre ante mis ojos. Colisionaron contra el suelo tan fuerte que parecía que algo las hubiera empujado con la fuerza de un titán
 
Ocurrió tan cerca de mi rostro que éste quedo pulverizado.

Nostalgia

Es cómo una sensación, como un aroma que no se disipa. Cómo si nunca te hubieras ido, cómo si todavía estuvieras a mi lado, cómo si todos estos años jamás hubieran pasado. Nostalgia.

-Aun la recuerdas escritor.

No, ya no, ya la olvidé.

-¿Y porqué escribes de ella?

-Ya no la quiero, quizá jamás la quise. No la quiero recordar…

El escritor vagabundo.

Daniel J. Hernández R.

martes, 18 de enero de 2011

EN EL TECLADO

Tla-tla-tla ...cerca de las tres de la mañana otra vez ese monótono sonido sobre el techo de mi habitación, ¿quién será? Me lo imagino sentado al lado de la puerta de mis sueños…¿quién será? Y me dije, “ancha y larga es la entrada y salida de la vida: sales y entras o penetras y apareces”. Pero este acceso, ¿cuál es? Cuando te quedas sentado y piensas, actúas de manera espontánea, sin miedos; y has logrado conseguir disfrutar cada momento, nada te importa y te conviertes en el guardián del tiempo; no hay interés en juzgar al que entra o al que sale, y sus acciones te tienen sin cuidado. Te quedas ahí sentado bajo tu sombrero, y te dan ataques frecuentes de sonreír con los ojos desde el corazón. Que las cosas pasen porque tienen que pasar y punto. Esa habilidad de preocuparse por todo se ha desvanecido. ¿Y el conflicto? Al diablo con él. Que si el que viene se detiene antes de entrar, cavila, retrocede, qué importa. Tla-tla-tla...Ahora caigo en cuenta: soy un mero personaje de este microrrelato aburrido que escribe este tonto microrrelatista y que no logra terminar. Si al menos se muriera, podría escribir un poco mejor y yo podría dormir en paz, o salir de una vez por toda de este cajón.

Recuerdos en color

"Los recuerdos pueden tener colores. Sólo si tú los piensas y ves con los ojos del adentro", me dijo un día, un sabio maestro de yoga. Ayer, mientras miraba el mar embravecido y escuchaba las sirenas de las ambulancias presagiando un accidente a mis espaldas, recordé a Clara, como todos los días de mi vida.
_ ¿Cómo sería Clara con diez años más? Clara, tan pelirroja, tan obcecada, tan amante, tan. . .¡Cómo la amaba! 
El tiempo ha pasado y ella sigue habitando en mi mente. 
_ Es hora de regresar, pensé, cuando el mar se tiñó de rojo. Recordé la casa, siempre igual, y la oscuridad  pintó todo de negro. Hoy, desperté en medio de una bruma dorada y vi el sol. Estaba recordando a nuestra hija. 

Ardid

Las sirenas tenían muy clara la orden a seguir: atrapar a un solo hombre. Cuando llegaron a la nave encontraron a la tripulación con los oídos tapados con cera y en la proa a un hombre totalmente vulnerable a ellas; empeñadas en cumplir su tarea lo más pronto posible cantaron lo mejor que pudieron; pero ya Odiseo, fecundo en ardides, iba a entregarse cuando Ulises lo retenía para ir él mismo, los dos querían sacrificarse para dejar al otro al mando de Ítaca. Evidentemente las sirenas desistieron al ver que era imposible llevar a cabo su objetivo.

lunes, 17 de enero de 2011

COMPAÑERO VÍCTOR

En Primaria, tuve un compañero al que nadie quería. Era un niño triste que evitaba el contacto con los demás y pasaba los recreos en un rincón del patio de la escuela. Faltaba mucho a clase porque sufría continuos accidentes y cuando volvía, la maestra repetía para él las lecciones que habíamos dado. Un día, al explicarle el nombre abstracto, le puso como ejemplo el amor de los padres hacia los hijos; luego le preguntó si había comprendido lo que era un nombre abstracto. Él, sin levantar la cabeza, la movió de arriba abajo y contestó: “Una mentira”.

Libre albedrío.
















    Eran las 22:03 del sábado 15 de enero de 2033 cuando en la Sede Central del Ministerio de Cultura, Control y Seguimiento detectaron la infracción y se activó con carácter de urgencia el protocolo habitual en estos casos. 23 minutos más tarde, Miguel Ángel Sánchez Lozano-hijo era arrestado en su domicilio habitual por desconectar su televisor en horario de máxima audiencia.


Ser o no ser




Si un día te miras al espejo y no te reconoces, no te preocupes, quizás no eres tú a quien estás viendo.








Su

Cuando la lluvia llora

Llegué a casa con el impermeable mojado y el alma seca. Demasiados sentimientos se atravesaban en mi garganta. Miré por la ventana. La lluvia continuaba, veía el agua en el aura de las farolas. Una gota de lluvia, en el cristal de la ventana, cayó deprisa, atrapando en su camino más gotas para convertirse en un arroyo rápido que alcanzaba el borde de la ventana. Otra gota y lo mismo, más arroyos tristes corriendo en mi ventana. A veces no basta con que la lluvia caiga sobre nosotros para empaparnos de tristeza, a veces hay que ver la lluvia llorando en la ventana y es entonces, bajo el techo cubierto, cuando atraviesa el corazón con sus manos húmedas. Lloré, por fin. Mi impermeable ya estaba seco, pero ahora tenía el alma mojada.

domingo, 16 de enero de 2011

Ciclos

Una semilla en esta tierra desolada, muerta, sin esperanza. Eso es lo que era, una contradicción desde el principio. Pero se aferró a la vida y germinó a pesar de todo, a pesar de mí misma, de mi cansancio, de mis miedos. He visto crecer a mi hijo con el fervor de quien presencia un milagro todos los días, pero hay cosas que no pueden evitarse. Por eso, mientras él ve nacer a los suyos, yo me marchito sin remedio.
 

sábado, 15 de enero de 2011

HOJARASCA


"Esperando allí con el frío tocando sus mejillas, esperando a alguien que podía tardar, mientras los colores del otoño se marcaban en cada parte de su retina. Grabando a fuego la escena, que allí volvería a surgir. Ella, le esperaba a él, pero no vendría. Y le seguiría esperando, aunque su cuerpo no se hubiera ido; porque entre la hojarasca, que dejaba el sonido alejarse pegado a sus pisadas tristes, escondido, roto, los trozos de un corazón ya helado."

Un juego nada infantil.


Era un luminoso día de verano. Había ido a pasar la mañana junto al río, cerca de donde los niños y niñas del pueblo aprendían a nadar.
Las risas, los gritos y los chapoteos llenaban el aire. Levantó la vista para disfrutar de ellos y, por un momento, creyó ver como una de aquellas criaturas dibujaba sólo para él un lascivo gesto de adulto. Fue un instante lleno de perplejidad, solamente eso, que enseguida borró de su memoria con un pestañeo por imposible.
Las mañanas se sucedieron unas a otras, también las extrañas miradas y, con ellas, una hipnotizante fascinación por comprender a qué jugaba la pequeña.
Antes de que el verano tocase a su fin, la respuesta a todas sus preguntas llamaba a su puerta en forma de denuncia. La niña había contado a sus padres cómo aquel hombre la espiaba y ahora, tantos días después, él se veía obligado a admitir que aquellos ojos enfermos eran efectivamente los suyos.

Lenta travesía al mar en calma

A menudo, mientras observa uno a uno los lienzos de cada nueva colección que entra en mi tienda, buscando la luz que falta en sus paredes blancas, recuerda en su mano el contacto de la mano de un niño. Durante mucho tiempo, guardó los dibujos que el pequeño garabateó para él como un poeta mientras su madre se esforzaba, pese a su corazón, en alejarle de sus vidas. Un día no pudo evitar -o eso me dijo- que su dolor les prendiera fuego. Y algo de sí mismo ardió con ellos.
Hoy parece tranquilo. Desvanece sus ansias en la sonrisa de una bonita muchacha que me muestra un catálogo de marcos. Suspira. Creo que sueña. Quiero creer que hoy, al volver a casa, no dibujará en la pared con los dedos tiznados de lágrimas el dibujo que hubiera deseado trazar, entre risas y magia, junto a mi mujer, de manos del que no fue su hijo.

Blues en León

Al abrir la puerta de su casa, percibió que ella se había adelantado. Y no hacia mucho. Ese aroma a violetas aún suspendido en el aire era inconfundible. Lo siguió por la escalera, en el portal, fuera, hasta que se hizo  insoportablemente atractivo y reconocible. Las calles estaban desiertas en ese Barrio Húmedo tan peligroso de las cuatro de la tarde y de locos y cornadas de lobos. Miró a su alrededor. La encontró confundiéndose con dos músicos de flauta y coco. Sacó su guitarra templó su voz con un trago de su dulzón licor de violetas y se marcaron unos bluses a la sombra del alcohol y sus soledades. Ella, lo último que vio fue saltar dos cuerdas justo en el momento que hacía un solo canalla con su mechero como slide. Luego sintió como un fuerte empujón en su espalda y por el humo, reconoció la sonrisa de su marido. Y ese diente de oro, que cuando ríe se ve brillando.

jueves, 13 de enero de 2011

Nota roja



Luego de perder la final de campeonato debido a sus inexplicables fallas frente a la portería rival, el antes rompe redes, Chueco Flores, no soportó más la presión de los hinchas y se disparó un tiro en la cabeza. “¡Fue un accidente; jamás quise matar a nadie!”, declaró el jugador al ser detenido por la policía, acusado de asesinar  a su prometida.

Imagen tomada de la red.

OBJETIVOS DE VIDA CUMPLIDOS

-Una semilla en esta tierra desolada. Eso plantaré aquí mismo mañana- dijo Esteban en voz alta sujetando a su hijo en brazos y con su libro de cuentos, recién editado, en la otra mano. -Ahora, seguro, todo irá bien- concluyó.

La princesa

A él le gustaba escribir cuentos. A ella le gustaba vivirlos. Hizo de él su paladín forzoso rescatándola de dragones encarnados en porteros de discoteca. Siempre tuvo una curiosa habilidad para perder zapatos por doquier y aunque no se llama Alicia adora viajar al País de las Maravillas.
Últimamente pasa tanto tiempo allí que él se ha visto obligado a encerrarla en una torre de oro, como aquella Rapunzel. No hay trenzas para llegar a ella. El Diazepam hace las veces de escalera.

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Milagro

Sentado una vez más el escritor frente a su campo estéril observaba con desesperación cómo la tierra continuaba sin dar fruto. Donde antaño hubo fértiles viñedos de jugosos relatos breves e incluso frutales que producían los más hermosos cuentos, hoy no había nada, solo tierra dura y árida. Hubo incluso un jardín donde crecían poesías salvajes. Sin apenas cuidado ni abono, florecían exuberantes por doquier.

Con el corazón encogido por la angustia y la nostalgia, una lágrima resbaló por su mejilla y fue a caer en mitad de la hoja en blanco. Fue entonces cuando del cerco húmedo comenzó a brotar una tímida palabra. Casi sin darse cuenta apareció otra al lado y luego otra y otra allá un poco más lejos. La seca blancura se fue poblando de nuevo de pequeños ejércitos de hormigas negras que traían un regalo inesperado.

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Eternidad

Ya están hartos de jugar al ajedrez: se han dado jaque mate unas mil veces cada uno.

El juego del escondite ya no tiene sentido pues conocen todos y cada uno de los lugares habituales del otro. Hace mucho que dejaron de buscarse, pasado el entusiasmo de los primeros tiempos. Ya se lo han contado todo y lo han visto todo. Han disfrutado mutuamente de su compañía hasta que la compañía dejó de ser un disfrute.

Ahora, ella dormita perezosa bajo un cerezo, arrullada por el melodioso canto de los pájaros, ajena por completo a los movimientos del otro. En la otra punta del jardín, él observa distraído el horizonte desde lo alto de un frondoso roble y, casi sin darse cuenta, exhala un suspiro indolente.

Mientras, la serpiente, ya asumida la derrota, devora su manzana.

Blog: Palabras preci(o)sas

miércoles, 12 de enero de 2011

En franca desmejoría.

Podéis pensar que no, pero un hombre habita dentro de ese uniforme. 
Y al hombre escondido dentro de ese uniforme las cosas le duelen. 
Le dolió. Sí. Le dolió hasta la locura. 
Así subió hasta la azotea, loco.
Y saltó, dentro del uniforme. 
Quienes lo vieron, creyeron que
era un muñeco que caía, 
tan colorido. 
Sólo sintieron que había un hombre dentro
cuando su cara topó con el suelo, 
ante la peluquería
Allí la mujer barbuda (su mujer barbuda)
había decidido cambiar de vida, 
empezar de cero.
Ahora una sonrisa de payaso saluda 
(incrustada en la baldosa)
a todo aquel que quiera
que lo rasuren. 


Hugo Cueto

lunes, 10 de enero de 2011

Consciencia

Se despertó agitado y bañado en sudor en el momento en que ella, al sentir el cuchillo penetrar su vientre dio un espantoso grito de sorpresa y dolor. Tranquilo, se durmió de nuevo al saber qué solo era una pesadilla...
Él no lo sabía, pero su consciencia tendía a confundir los sueños con los recuerdos.



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BEBÉ

Todas las semanas, a la misma hora, le tocaba cuidarle.
Llamaba a la puerta y ella la abría con ojos cansados y manos quemadas, más una sonrisa resplandeciente en su rostro nunca faltaba.
Mientras  le cambiaba el pañal de las caca y pises, soportaba balbuceos estridentes que reventaban sus oídos.
También cuando lloraba desesperado y le tocaba teta hasta que se cansaba.
Bebé no dormía nunca y constantemente exigía, mientras ella esperaba que aquella hora pasase rápido y olvidarle hasta siete días después.
Sesenta minutos más tarde, Bebé se ponía el traje de ejecutivo, le tendía doscientos euros y con un beso se despedía.
Ella cerraba la puerta dejando dentro la miseria de su pobre rica vida.

Carmela

un precio módico

Los espejos gritan abusivos una verdad que no merece conocer.
Se sienta, enorme, en el sillón y acerca la cartera de la inmortalidad.
Delinea ojos, contorno de labios, máscara para pestañas, base para el rostros, cremas para arrugas, color para labios, turquesa para los párpados, carmín para los pómulos.
Una pastillita para el alma, un porro para la melancolía.
Un whisky para levantar el ánimo y ya está lista para enfrentar la mierda de vida.
Abre la puerta y se para en el marco, limpiándose con la mano la transpiración del escote.
Los clientes escasean pero no pierde la impía esperanza, que ya flaquea y por ratos se tira a morir, y sigue aguardando a que llegue el amor a su puerta y pague un precio módico por compartir su miseria.

domingo, 9 de enero de 2011

Un poeta

- Una semilla en esta tierra desolada – dice antes de escupir.
El sargento es un poeta. Capaz de matar sin mancharse las manos y comer después sin arcadas.
Él es metáfora de la guerra y procura excusas a nuestro miedo a base de frases estúpidas.
Nos mantiene apretando el gatillo, disparando contra sombras en la distancia, quizá matando golpes de viento o bolsas de plástico que giran en el aire entretenidas por servir como diana.
Dejamos el suelo lleno de casquillos de bala y seguimos andando.
Sembramos semillas de acero para una vida mejor.
Plantamos al menos la muerte, dice él, donde nadie quiere plantar nada.


En el jardín.


A la tercera, Elena se levantó furiosa y se dirigió de nuevo al jardín, esta vez no se conformaría con tres margaritas, ahora arrancaría un gran ramo. . . por si acaso.
-"Me quiere, no me quiere, me quiere, no me qu. . . Noooooo, mier. . .". Tuvo que contenerse, no era plan de decir tacos, su madre estaba dentro, en la cocina y no tenía ganas de que la sermoneara por ello, aunque se estaba empezando a poner nerviosa con las puñeteras flores. Y llegó la quinta. Luego la sexta. . . la séptima. . .
Después de media hora Luisa, la madre de Elena, llamó a su hija pues hacía un buen rato que no sabía de ella. La había dejado fuera merendando, así que fue hasta allí para ver qué estaba haciendo su angelito. La encontró en el porche, exhausta y con cara de pocos amigos.
-"¿Qué ha pasado cariño?".
-"Nada mami, tan sólo he estado arrancando las malas hierbas del jardín". Y con una sonrisa maliciosa continuo diciendo;
-"Ya no queda ni una".

DUAL





Aún hoy siento (sentimos) cierto rencor hacia el ginecólogo por administrar a mi (nuestra) madre un fármaco en vías de experimentación. ¡A causa de unas simples hemorroides! La cuestión es que vine (vinimos) al mundo con este lamentable aspecto, y antes de plazo. Ello me (nos) ha acarreado incontables dificultades de convivencia: reyertas por mamar de la misma teta, discusiones por dormir de uno u otro lado, guantazos para escoger la fulana con la que enredarnos... Resulta incómodo esto de ser bicéfalo. Únicamente llegué (llegamos) a un acuerdo cuando elegí (elegimos) vivir del cuento. Lo malo es que yo trabajo de escritor, y éste, de crítico literario.



Manuel Merenciano

sábado, 8 de enero de 2011

IMPOTENCIA

Lloro de impotencia. Impotencia porque las normas sociales estén así en mi país. Impotencia porque mi padre haya muerto cuando yo apenas he cumplido los treinta y seis años. Impotencia porque no me ha dado tiempo a despedirme de mis compañeros de francachelas. He vestido mi traje negro, he ido al cementerio y he visto como han enterrado al egoísta de mi padre. Ahora me voy a dormir. Mañana tendré que sustituir a mi padre en el trabajo. Así está establecido. Su despacho será mi despacho. Su ordenador será mi ordenador. Su secretaria será… Mejor que me vaya a dormir. Mañana me tendré que levantar temprano.

La cura

Cuando todo estaba perdido, y la pobre criatura se debatía entre el aquí y el allá, sonó el teléfono. Era un científico, un viejo conocido, le habló de una posible cura, de las investigaciones llevadas a cabo en su laboratorio, de los progresos conseguidos. Su sonrisa se dibujó por unos momentos hasta que el viejo investigador le dijo que la medicina se hubiera podido fabricar, pero que la especie necesaria para ello se había extinguido hacía unos años.
Conocía bien al bicho palo palmero, quebradero de cabeza durante muchos años, respiró tranquilo cuando le dijeron, hacía años, que por fin se había extinguido y ya podían construir aquél campo de golf donde habitaba.


Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.