Las fragosas mareas
envuelven su cuerpo apenas vestido de vida zarandeándolo impunemente,
aprovechando su obligada indulgencia. Cuando ya parece que su destino está
escrito, las olas desenfrenadas lo dejan tirado en la orilla. El náufrago
entonces despierta escupiendo todas las aguas del mar, inundando así la isla,
ahogándose de nuevo.
Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.
¡Gracias Daniel!
sábado, 29 de junio de 2013
viernes, 21 de junio de 2013
REGALO.
---Le hubieras comprado la muñequita a la niña, pobrecilla, mírala que pálida está.---
----Pero ella quería su vampirito vivo, ya ves como es caprichosa.----
----Pero ella quería su vampirito vivo, ya ves como es caprichosa.----
miércoles, 19 de junio de 2013
MIENTRAS
Está mirando el cuadro que hay sobre la estantería. Mientras,
tintinean las palabras desde la caja opaca de sus pensamientos. Ensordecida por
músicas que llegan desde otras ventanas, en las que asomarse es tremendamente
difícil.
No es difícil, ver, oír, escuchar,
mirar. Mientras unos abren cancelas otros cierran postigos.
Mientras ella,
mirando sigue.
Autora: Carmen Martínez Marín
domingo, 16 de junio de 2013
ACUSE DE RECIBO
En el correo, una carta. La abre y queda atrapada por la sensualidad de las palabras. Son como un abrazo que llega hasta su garganta haciendo que se le escape un ronroneo felino. Después de releerla varias veces, la guarda entre sus cosas más preciadas. Se siente confundida y halagada, deseada y asustada. No piensa más en ella. Esa noche mientras toma un yogur de la nevera, echa la cabeza hacia atrás, como si la apoyara en un hombro imaginario, se estremece. Las palabras de la carta envuelven su cuerpo y el yogur se calienta en su mano.
Rosa M.
sábado, 15 de junio de 2013
Fogoso
Me encanta el sexo, improvisar y
arriesgarme. A mi mujer también. Así que en esta semana santa de viaje con su
familia, después de comer, intuí que estaría en el baño. Entré, apagué la luz y
sin preguntar me desboqué, perdiendo el sentido. Cuando recuperé la claridad, mi
suegra no era mi suegra y ahora
compartimos secreto.
viernes, 14 de junio de 2013
ACCIDENTE CASERO.
Siguiendo su rutina de cada mañana Douglas de Mitre tomó su café y procedió a ir al baño a llevar a cabo lo que campesinamente se conoce como " hacer del cuerpo."
Como persona de limpias costumbres, al terminar se lavó las manos y procedió a sanitizárselas con alcohol, y al comenzar a preparar el desayuno, en cuanto encendió la estufa sus manos echaron llamaradas por estar aún frescas del anterior líquido. Por reflejo las palmeó y como no se apagaban las puso bajo el chorro del agua, ésta vez logrando extinguir el fuego. En ése mismo instante sonó el timbrazo del teléfono y Douglas tomó el auricular a la vez que soltó el grito lastimero---PUTA MADRE.-- La voz que le contestó fué preguntando:---¿Cómo sabías que llamo yo, hijo?---
Como persona de limpias costumbres, al terminar se lavó las manos y procedió a sanitizárselas con alcohol, y al comenzar a preparar el desayuno, en cuanto encendió la estufa sus manos echaron llamaradas por estar aún frescas del anterior líquido. Por reflejo las palmeó y como no se apagaban las puso bajo el chorro del agua, ésta vez logrando extinguir el fuego. En ése mismo instante sonó el timbrazo del teléfono y Douglas tomó el auricular a la vez que soltó el grito lastimero---PUTA MADRE.-- La voz que le contestó fué preguntando:---¿Cómo sabías que llamo yo, hijo?---
sábado, 8 de junio de 2013
La carretera
Saliendo de Nogoyá, Prov. de Entre Ríos, Argentina |
Llovía en el campo entrerriano.
Lo atravesaba la cinta de asfalto que serpenteaba ufana de tanto tránsito. Camiones, camionetas, automóviles en larga fila, esquivándose en la brumosa carretera. El gris pintaba el cielo inmenso en la llanura y el aroma a tierra mojada llenaba el aire. Algunas nubes blancas se recostaban en el horizonte limítrofe y los postes de energía escoltaban el camino saliendo de Nogoyá, la ciudad de la plaza linda. De repente, el pavimento parecía terminar en el filo de una lomada, pero pronto retomaba en pendiente hasta la próxima gradiente. Las luces de los camiones se filtraban tras la lluvia intensa y en alguna curva se enfrentaban con el monte. El campo, a la vera de la ruta brillaba de distintos verdes. Las palmeras, muy altas, coqueteaban con los pinos y algunos sauces en suave ondulación. Algún marrón entrecortado anunciaba la tierra arada esperando la simiente al amparo de la lluvia. La doble raya amarilla obligaba a mantenerse del lado derecho, observando las finas gotas de agua que resbalaban sobre el parabrisas. A la izquierda, los gigantes esbeltos que enlazaban los tres fuertes cables que conducían la energía y con ella el progreso, descollaban. La lluvia persistente demoraba la llegada a destino. Al fondo, las luces encendidas de los coches formaban un caprichoso collar vespertino en un giro inesperado de la carretera. Las descargas eléctricas que se desplomaban sobre el campo, ya oscuro, y el rugir de los truenos que semejaban monstruos mitológicos, apuraban a los conductores. En un atardecer tormentoso de septiembre, la ruta asfáltica fue la primera actriz.
lunes, 3 de junio de 2013
Más allá del dragón
El príncipe mata al dragón. Sonríe y ve más allá del dragón. La princesa responde con una sonrisa. Pero él no está viéndola a ella. Ve aún más allá.
Matar al dragón fue muy fácil, y más allá hay aún más retos. Así que continúa y mata a más y más dragones, hasta que finalmente ya no quedan más de ellos.
¿Qué hay más allá piensa? ¿Qué otra misión tendrá ahora por cumplir?
Entonces escucha el rugido, el bramido y mira hacia atrás.
Palidece.
Es algo que no puede enfrentar.
Por último sale huyendo despavorido más allá de las princesas rescatadas y despechadas que dejó en el camino, y que corren tras él en busca de venganza o lo que sea que él pueda darles.
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Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)
1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.
2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.
3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.
4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.
5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.
6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.
7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.
8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.
9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.
10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.
Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.