Todas las noches, lo veía pasar
apurado desde mi oscura posición en la acera. Casi la misma hora regresaba de
su trabajo y marchaba rumbo al hogar unipersonal que ostentaba en el tercer
piso del moderno edificio. Dado el avance de mi información sobre el apuesto
joven que me atraía desmesuradamente, ya era hora del contacto. Lo decidí de
inmediato. Esa noche, noche de invierno, reinventada como tantas otras, en el
cauce de una brisa nocturna helada, lo percibí llegar. Estaría a unos cien
metros de mi escondrijo cuando el aletear de su bufanda gris me provocó la
excitación acostumbrada. El encuentro fue triunfal, casi soñado. Nuestros
cuerpos fueron uno, el deseo abrasó la carne, la díada de nuestras almas fluyó
sin sorpresa. Propio de mi naturaleza, el largo abrazo y la fuerza de mis
besos, terminaron por vencerlo. La vida, fugaz, se escabulló por ese río
bermellón que brotaba de su cuello fuerte y robusto.
Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.
¡Gracias Daniel!
domingo, 29 de marzo de 2015
domingo, 22 de marzo de 2015
El nido
Un joven aromito, fue testigo de la preocupación de ambos, más
acentuada en el masculino. Ella lo miraba pudorosa. Él, impaciente, esperaba
con ansias que, ese nubarrón oscuro descargara de una vez el elemento que tanto
necesitaba. Caminaba de un lado a otro, inquieto, alborotado. De repente, ella
lo alcanzó y musitó en su oído: "No
te preocupes, la obra continuará, tenemos tiempo". Una luz
zigzagueante y casi roja se dibujó en el cielo oscuro y al rato el sonido
profundo del trueno puso el punto final. La lluvia se deslizó entre brisas y
un canto a dúo se escuchó en la tarde.
Dedicado a los horneros
domingo, 15 de marzo de 2015
Esquina
25 de Mayo y San Martín: Esquina
estratégica con aires históricos, en cualquier pueblo o ciudad de mi país. Las
esquinas son románticas, misteriosas, puntuales. En ellas, se conjuran
amores, irrumpen señuelos, se pactan citas, se lloran olvidos, se desandan
caminos. Hoy, estoy en un Bar fueguino de altas vidrieras y mesas oscuras con
aroma a chocolate caliente. Su nombre, evoca el cordón montañoso que nos separa
y nos une como al cóndor del valle. Y, mientras de fondo suena alguna música,
miro tras los vidrios congelados y se me rompe el corazón porque sé que Tú, no
llegarás.
domingo, 8 de marzo de 2015
Esa Mujer
Pasaba por la calle de la tristeza enfundado en el
recuerdo de otras horas, caminaba despacio, meditabundo, extraño, perdido en el
objetivo que no lograba perfilar. De pronto, vio la belleza en sus ojos; la
dulzura arreboló sus mejillas y la simpleza dibujó su sonrisa, exactamente
cuando sus miradas se encontraron. Sintió una débil alegría circulando sin
prisa por sus venas y arterias en un suave entrar y salir de su palpitante
corazón. Se detuvo. La brisa vespertina alzó su bufanda a rayas y tapó su
rostro. La vida pasó a su lado y no pudo verla, menos detenerla. Apretó bajo su
brazo el bastidor de madera que contenía el óleo con el retrato de una mujer y
continuó su marcha implacable. Luego, cayó la noche.
viernes, 6 de marzo de 2015
MINIMICRO DE TERROR.
Alimenté a mi leopardo y ahora no puedo despertar. Todo era mejor cuando tenía vecinos y esperaba que salieran de casa para tirar del cordón que abría su jaula. Ahora que le había dejado en libertad no pensé que regresaría sino que buscaría comer en la aldea más cercana. Debí tomar en cuenta el mal presagio que implicaba el no volver a escuchar los tambores. Malditas moscas, pican horrible.Pero no me preocupan tanto como el sentir que el calor del sol está por traer a los buitres. Curiosamente siempre he sido muy animalero. Humanista, no tanto.
domingo, 1 de marzo de 2015
El escritor
El escritor había
dejado caer su cabeza sobre la destartalada mesa de cocina. La noche y su
oscuridad lo sorprendieron dormido y babeante. A su lado, un escrito que
parecía una carta y junto a él, una botella de ron vacía. Desde el atardecer,
no dejaba de beber, del pico nomás, en rebeldía con el mundo y su suerte. Así,
se introdujo en la brumosa soledad del sueño, sólo para acallar la pena que le
corroía el alma. Esa pena tenía un nombre: Ruth.
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Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)
1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.
2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.
3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.
4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.
5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.
6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.
7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.
8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.
9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.
10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.
Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.