Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

lunes, 15 de noviembre de 2010

La ventana

Siempre había tenido la manía de, cuando paseaba por las calles, mirar a las ventanas de las casas que estaban iluminadas. Realmente sólo podía ver, como mucho, las lámparas, el color de un trozo de pared y si tenían algo colgado o no, pero eso era suficiente para, durante el paseo, tener la mente ocupada intentando dar respuesta a preguntas como ¿cuántas personas vivirán?, ¿en qué ocuparán sus días?, ¿cómo será la vida ahí dentro?, ¿serán felices?,…

Aquel día ella sentía que no era feliz, no tenía ninguna razón en concreto y las tenía todas en general, era algo indefinido, una sensación. Había tenido un día agotador en el trabajo, muchas exigencias y ningún reconocimiento, había llegado a su casa más tarde de lo normal, y cuando cruzó la puerta, lo único que encontró es una nota de su pareja diciéndole que no le esperara despierta. Solo tenía ganas de llorar.

Sin pensarlo decidió salir a la calle, sin pensarlo porque no quería pensar, quería huir, llenarse, aunque fuera con la vida de otros. Comenzó a caminar sin rumbo, a recorrer calles que normalmente no frecuentaba. Anochecía y refrescaba, aunque ya estaba acabando la primavera, aún las noches refrescaban. Le sorprendía ver a aquellas jovencitas sentadas en los bancos del parque, riendo sin parar mientras hablaban con un par de chicos. Era entonces cuando su mente comenzaba a jugar, centraba su atención en una de ellas, la observaba e imaginaba lo bien que se podría sentir riendo así, seguro que en ese momento en que los chicos no paraban de tirarles los tejos se creía la mujer más bonita del mundo, seguro que en ese momento sentía que era ella misma y no la que sus padres pretendían que fuera, seguro que en ese momento de su vida, las únicas responsabilidades que tenía era asistir a clase y aprobar unos exámenes, que seguro que lo hacía porque tenía cara de chica de inteligente.

Continuó su camino, dejó las risas atrás, siguió paseando sin rumbo por las calles de la ciudad, hasta que el sin rumbo se convirtió en un rumbo definido, alguna fuerza que no conocía la guiaba ¿a dónde iba?

En aquella casa, tras la ventana de gran cristalera que hacía casi de pared frontal, los lloros de un bebé le hicieron fijar su atención. La gran ventana permitía que el campo de visión de la casa fuera bastante amplio. Alguien intentaba calmar aquel niño, era un hombre, debía ser su padre. Un escalofrío recorrió entonces todo su cuerpo, ese hombre era su novio, ése que le había dejado en una nota que no le esperara despierta estaba en otra casa, con un niño en sus brazos, intentando que durmiera con sus abrazos, con sus besos, con su amor,…

Una lágrima le recorrió la mejilla, pero aún así no pudo sacar la mirada de aquella ventana. No sabía por qué, pero una extraña sensación le hacía encontrarse cada vez más en paz consigo misma. Cuando los llantos cesaron una mujer entró, los abrazó, los besó, allí permanecieron fundidos los tres en uno, bailando lentamente, al ritmo de la música que había ocupado el espacio de los llantos.

Algo cambió, la calma invadió su cuerpo, comenzó a sentirse llena, plena, feliz. Acababa de descubrir que era lo que necesitaba para llenar su vacío, porque allí, tras esa ventana estaba ella, en el hogar que siempre había soñado, con el hombre que siempre había amado, con el hijo que siempre había esperado, con la familia feliz que siempre había deseado…


6 comentarios:

Torcuato dijo...

¡Qué cuento tan bonito Su!
Gracias.
Un beso.

bicefalepena dijo...

Muy bonito el cuento. Al final me daba la impresión de que había terminado en un cine...
Me gustó mucho

artistalight dijo...

Bella historia, y sentí alivio al saber que era ella misma :) Lindo !

Marisa dijo...

Bonita historia Su. Observar las ventanas en la noche siempre tuvo algo mágico, al intentar imaginar lo que tras ellas se oculta.Precioso final.

puri.menaya dijo...

Espero que su sueño se cumpla. Bonito relato, un final dramático se transforma en un final feliz

Susana Pérez dijo...

Muchísimas gracias.

Era uno de mis primeros cuentos y me hacía ilusión compartirlos con ustedes.

Abrazos

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.