JAH concluyó con la creación y le preguntó al hombre cómo se sentía.
―Muy solo y aburrido ― contestó la criatura. Entonces Dios envió al Primer Ángel para que le ayudara, y éste, después de haber conversado y visto la situación por la que atravesaba el hombre, fue donde Dios y le sugirió que Adán debería de tener una dulce compañera, preciosa y tierna que le diera compañía y amortiguara su dolor. Así se hizo y Eva fue su nombre. Cierto día Adán le declaró a Eva lo que sentía:
―Sabes, que si lo quieres, te puedo regalar todos los diamantes de este paraíso, pero aún así no sería mucho para expresarte mi amor. Tal vez con tan sólo una flor podría yo expresarte mejor lo que siento, pero tampoco impactaría lo más profundo de mi ser. Eva, no te doy diamantes, no te doy una flor…te doy un pensamiento envuelto en amor para siempre.
Y Eva ripostó:
―Está bien, no te preocupes papito; creo en ti. ¿Y en dónde dejaste los diamantes?
8 comentarios:
Magnífico cuento que demuestra que Eva ya venía con naturaleza pragmática.Saludos afectuosos.
'Naturleza pragmática' le ha llamado Carlos y tiene razón. Ocurre que existimos mujeres diferentes , eso sí, una linda casa, un lindo auto , un lindo viaje ayudan a consolidar la relación...
Los objetos siempre ganan ojlá más por su significado que por su valor comercial!
jajaja, muy bueno, rompió con el final que yo esperaba.
Si es que, ya se sabe, un diamante es para siempre!! y hablando de eternidades, qué mejor que eso :-D Un abrazo, Héctor
Me ha hecho sonreir.
Deberíamos pensar cual es el peso en dolor de los diamantes y otros lujos. Seguro que sería un buen ejercicio.
Un abrazo.
No me parece lo más práctico buscar diamantes en un paraíso donde se dispone de todo.
Amigo Héctor, creo que el relato está bien elaborado, pero el final es un típico tópico
Jajaja! Está bueno Héctor! Cierra bien con el título.
¡Pobre Eva! Si supiera todo lo que le espera por aceptar esos diamantes...!
Saludos!
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