Juan y Luis se sientan cada día en el mismo banco distinto. Mientras toman el sol, Juan – que en realidad no se llama Juan – le pregunta a Luis por su esposa. Luis – que tampoco es Luis – le contesta que la difunta está bien, algo pachucha, eso sí, y con los achaques propios de la edad, pero bien al fin y al cabo. Juan asiente con la cabeza y le dice que más o menos como su mujer, que también murió hace algún tiempo a pesar que la tienen frita los zumbidos en el oído, los huesos y últimamente anda un poco desganada, sin apetito. Luego suelen hablar largo y tendido de los hijos que fallecieron y a los que apenas ya ven porque viven muy lejos de aquí, en la capital. De los nietos que no tienen y a los que quieren con locura. Y de la guerra, maldita guerra, en la que combatieron cuando aún ni siquiera habían nacido. Entretanto, el sol que nunca llegó a salir se pone y cada uno tira por su lado, por donde no vino. Siempre en idénticas direcciones opuestas. Según el banco, según el sol, según el día.
Agustín Martínez Valderrama
8 comentarios:
De nuevo, aquí, mi felicitación por este excelente micro, Agus. No voy a repetirte lo del blog, pero tú ya lo sabes.
Besos a miles.
Precioso relato, Agustín.
Un saludo.
Encantador, felicidades Agustín :)
Gran retrato de la angustia mental llevada al extremo.
Me quedé con las ganas de comentarlo cuando apareció en tu blog, Agustín. Me parece un micro fabuloso. Ese ir tejiendo las frases, los párrafos, los personajes, enlazando paradoja tras paradoja es un recurso tan arriesgado como efectivo. No voy a intentar desentrañar por qué no resulta repetitivo, por qué todo fluye con esa especie armonía surrealista. Es un micro muy coherente desde el punto de vista del estilo y de la ejecución, y algo recorre sus capas subterráneas que lo vuelve extraordinariamente conmovedor, entrañable.
Y hay otra cosa: tiene dos lecturas, creo. La superficial: el micro es de corte surrealista porque sí (decía García Márquez cuando le preguntaban sobre el valor simbólico de sus elementos fantásticos que estaban ahí porque podían estarlo en la literatura, que eran un recurso de la imaginación, que no había que darle más vueltas); y la metafórica: y entonces el micro se vuelve absolutamente amargo porque uno siente que cualquiera puede sentirse identificado con los abuelos: muchas veces la existencia es un sinsentido.
Enhorabuena Agustín.
Pues aqií también te digo que me encantó, Agus.
Abrazos.
Pues eso Agus, qué te voy a decir que no sepas.
Un abrazo!
Vivir con acúfenos incapacitantes es una de las cosas más horribles que hay.
http://boards4.melodysoft.com/acufenos/congreso-monografico-sobre-acufenos-32563.html
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