Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

domingo, 2 de noviembre de 2014

RECUERDOS DE UNA BUENA PERSONA.

El agente Apolonio Brígido Imperato acudió al psicólogo del Centro de Inteligencia para su evaluación anual. Detestaba someterse a éste exámen, conectado por cientos de cables a la cabeza y todo el cuerpo lo cual le provocaba sentirse como abeja en un microscopio y en varias pantallas aparecían todos sus números personales; presión arterial, grado de glucosa en la sangre, colesterol, niveles de testosterona, y las malditas gráficas de un detector de mentiras que más que medir la honestidad medía la capacidad para mentir.   El que le escudriñaba ahí con preguntas era un flaco siniestro quien demostraba actitud de desprecio del cual además sospechaba quería hacer daño a su status profesional. Ganas no le faltaban al agente de poner en su sitio al psicólogo, pero de hacerlo ahí todo quedaría grabado y registrado y le acusarían de insubordinación. Sobraría tiempo  cualquier día de éstos para darle una retribución tal como capturarlo y dejarlo desnudo enmedio de un lugar público en domingo para que reciba un escarmiento.
El científico comenzó el interrogatorio con carga de burla.


----Dígame agente, ¿ Alguna vez ha tenido conversación con un perico ?----


----Palabras sueltas que yo recuerde. ¿ Y usted sí charla con loros ?---
---Alguna vez incluso discutí con ellos. Ya no lo hago. Imposible ganarles. Pelean más que una mujer para decir la última palabra.----
----¿ Podría probarme que auténticamente discute con loros ?-----
Y más veloz que un pedo de águila, el tipo ya tenía al perico en la pantalla del Skype. El animalito dió un par de gritos de furia al verse conectado y dijo con su estridente voz:
---¿ Que carajos se te ofrece? Y que sea rápido porque estoy follando---
Y efectivamente al alzarse aparece que tiene a la perica toda desplumada y todavía con los ojos saltones.
---Nada, era solo que aquí el agente Apolonio no cree que tenemos conversaciones y le muestro que sostenemos constante diálogo.----
---IMBÉCIL. Ahora mismo me cago en tu teclado.----
 Gruñó el ave y cortó la señal de la conferencia.
---¿ Satisfecho ? ---- preguntó con filo el psicólogo.
Y fué en ése instante que hicieron clic los recuerdos en la memoria de Apolonio Brígido Imperato, agente del grupo de inteligencia más críptico del país. El hombre que personalmente ajusticiaba a criminales comprobados sin esperar procesos de tribunales ni truculencias de abogados . Su creencia espiritual era sencilla. Matar por el bien del público. Algo que hacía falta en éstos tiempos de impunidad. No daba cuentas mas que a sí mismo, y al paso de años de trabajo experto había logrado mucha paz en las calles, aunque la misión no tendría fin y lo sabía.
Regresó a la pantalla mental aquel episodio de inicios de su carrera en que ponían a los candidatos del cuerpo de inteligencia a competir por las plazas de empleo, y precisamente éste flaco amargado le había tocado como rival para la última vacante de aquel entonces veinte años no es nada.
En un salón grande tenía lugar un simulacro de instalar  un centro de comunicaciones. La prueba para los aspirantes consistía en eliminar una plaga de ratas que infestaba el lugar. Al turno del psicólogo, entró con un costal lanzando trozos de carne envenenada a diestra y siniestra, lo cual desató a manadas de ratas acosándolo para exigir su ración, resultando en que tuvo que huir no sin antes dar un baile Cantinflesco que hizo rugir la carcajada general de los examinadores, y para colmo Apolonio entró embistiéndolas con ametralladora y las hizo saltar en pedacitos quedándose así con el aplauso y la plaza de agente.
Entendió la frustración acumulada  y vió el porqué del rencor que le guardaba el psicólogo. Sin embargo Apolonio comprendía de más que tras un recelo contenido siempre se gesta una venganza.
A la vez que reconoció en su interior la capacidad científica del opositor con ésto de desarrollar loros transgénicos que ya comunicaban como humanos, el ser espiado por éstos no era de sus preocupaciones pues él siempre iba un paso adelante a toda la ciencia del siglo 22 y por su territorio no permitía ni la presencia de moscas. Al salir de su evaluación le advirtió que si llegáse a ver un ave de éstas por sus confines tenía la forma de retribuírselo con enviar un oso transgénico a violarlo. A pesar de que Apolonio no gustaba de la tortura. El flaco entendió, ya meditaría otro método.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.