En tu mirada entendí el dolor, en tu cuerpo agarrotado que lo sostenía para que no se escapara, y en tus palabras tristes y desgarradas.
Me acerqué a tu oído para susurrarte calma y por allí me colé para tratar de sacar aquéllo que tanto daño te hacía. Me deslicé por la trompa de eustaquio y tras notar el aire fresco en las fosas nasales bajé por la tráquea hasta tus pulmones, allí noté tu respiración entrecortada. Son mullidos tus pulmones, pasé del derecho al izquierdo preguntándome si la dificultad para respirar tendría que ver con ellos, los besé con cariño pidiéndoles paciencia y rebusqué bajo el izquierdo tu corazón.
Parecía iluminado, rojo y vibrante, latía con fuerza, revisé bien las aurículas, ahora los ventrículos, y escondida junto a la aorta encontré una piedra negra. Me acerqué a tocarla, quemaba, pero había traído las pinzas, especiales para extraer grandes sufrimientos.
Cogí la piedra y salí de allí; nadando por tus venas llegué hasta la palma de tu mano, donde unida al sudor de tus manos, apretadas todavía, conseguí salir.
Una vez fuera te la enseñé "no sufras más, mi amor, eres libre", entonces tu mirada cambió la tristeza por la ira "no puedes hacer eso, es MI dolor y lo sacaré cuando quiera" y dicho esto, te tragaste la piedra con un glup.
6 comentarios:
Curioso, diferente, extraño. Una mezcla muy curiosa al mezclar aire, susurros y delicadeza con partes del cuerpo y anatomía.
Me gusta el final, que quien siente el dolor, lo reclamé para sí, nos recuerde que es su dueño.
Si, curioso y diferente, profundo y aleccionador, a veces el sufrimiento es hasta un consuelo, nos sentiriamos culpables si dejáramos de sufrir muy pronto, por algo que realmente nos importaba. Excelente de nuevo Anita.
¡BRAVO! Que buen relato anatómico.
Intenso y del tipo de planteamiento que lo deja a uno pensando: Quizás el idiota soy yo.
Un verdadero acto de buceo en los confines del id.Y además es clara muestra del ser como unidad, en donde somos el alma-cuerpo.
Anita, un placer compartir mi primera vez en el microrrelatista contigo. Recuerdo este relato. Hoy me ha producido la misma sensación de escalofrío y desasosiego que cuando lo leí. Felicidades.
Un abrazo.
No me canso de releer este cuento, enhorabuena Anita, uno de esos micros que jamás se olvidan.
Un abrazo.
Es un micro impresionante Ana! y tiene un par de lecturas alternativas, todas buenas. Me gustó!
Saludos!
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