Ayer fui a la lavandería. Llené una lavadora con mi ropa de toda la semana. Eché el jabón en el cajoncillo, y ya iba a ponerla en marcha, cuando me percaté de que en la lavadora de al lado un tipo vestido de azulón se estaba quitando los calzoncillos rojos.
¡Era Superman!
Superman cogió sus calzoncillos y los metió en su lavadora.
- ¿No va a lavar nada más? – le pregunté.
Superman se puso colorado, al fin y al cabo, estaba delante de una chica sin sus calzoncillos y susurró:
- No.
- Si quiere, puede meterlos con mi colada. No merece la pena poner una lavadora solo con eso, ¿no le parece?
Él asintió con la cabeza, su rostro estaba más rojo que sus calzoncillos.
- Tenga, póngase esto, le dije pasándole el periódico y Superman se cubrió sus partes nobles con él.
- Gracias – musitó.
Cogí sus calzoncillos y los metí en mi lavadora.
Me quedé embobada viendo cómo sus calzoncillos rojos daban vueltas en la lavadora revolcándose con mis bragas de lunares... Un revolcón y otro y otro más. Miré a Superman sentado con el periódico sobre las piernas, miré otra vez a la lavadora, con envidia, y suspiré.
4 comentarios:
Que bonito relato, lleno de gracia y fantasía, y describe a la perfección la picardía femenina, excelente Purificación!!
¡Que bien! Un abrazo
Superfantasía que viviste al hacer cerebro con el baile de los calzones, ya estás lista para irte con Supermán. Ojalá y lo logres y no acabes como tantas que esperando a un superhéroe acaban de novia de "el greñas".
Muy bueno Puri.
Un beso.
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