Uno de los momentos que más me gustaban en THE jAZZ´S CAVERN era cuando aparecía ella.
Siempre algún nuevo cliente quería ligársela. Muchos de los parroquianos habituales, esperábamos con ansia cómo sería la siguiente razón para librarse de él.
Ahí llegó el cazador que se convertiría en presa. Taylor Morgan un empresario borracho con solo dos copas.
-Angel, ponme otra copa más-No se tenía en pie. Le costó llegar a la barra y más aún colocar el vaso cerca de ella.
-Sr. Taylor creo que ya ha bebido lo suficiente.
Los demás empezábamos a contener las risas.
-Sabes que tienes una sonrisa muy bonita, hip.
Angel Moore, se ruborizó y se colocó un mechón de cabello por detrás de la oreja (tiró del sedal para ver si con sólo eso podría librarse de él) No resultó.
-Hip, siempre me han gustado las...-eruptó-...mujeres, hip, con gran delantera.-E intentó acercarse a ella.
Eso no le gustó nada y de la mirada cohibida pasó a convertirse en diablesa.
-Sr. Morgan-le advirtió con un tono más categórico.-No me gusta que haga eso.
-Venga mujer, sabes, hip, como me estas dejando... delante de mis amigos-Fue a dar la vuelta a la barra pero trastabilló y cayó. Angel salió de detrás de la barra para ayudarle a levantarse. Los demás borrachos rieron como locos.
Taylor, con ayuda de Angel consiguió levantarse y en su particular "locura" la tocó demasiado por donde no debía.
-Señor Morgan se lo digo por segunda vez, no me gusta que me traten de esta forma.
-¿Y qué es lo que vas a hacer?-preguntó Taylor, mientras esta vez se sobre pasó más y le levantó la pequeña falda y le dio un cachetazo en un nalga.
La cara de Moore estaba contraída de ira, cuando notó el golpe sus boca se contrajo en un grito apagado y su sonrisa dejó pasó a una expresión de dolor y yo sabía que de placer. Mucha gente que les miraba, soltaron un suspiro sabiendo lo que a continuación venía. Otros borrachos se escondían y otros solo podían seguir bebiendo y riendo estúpidamente.
-Jodida zorrita-dijo Morgan con una sonrisa alcoholizada, fue lo que hizo a Angel estallar.
Cogió una botella casi vacía de la barra y se la estampó a Taylor en la cabeza, al igual que el péndulo de un reloj el cuerpo de Taylor cayó al suelo con la cabeza dolorida y algún corte, entre un mar de brillos de oro y diamantinos reflejos.
La música se paró.
-¡¡Dios no!!!-Se escuchó desde el fondo, un orondo calvo con un bigote corto se llevó las manos a la cabeza.
-Lo siento, Louie. Pero pueden patearme, tocarme, escupirme e incluso tolero casi el que me digan baby. Pero el que me digan zorra...
-¡¡Oh, Angel, oh Angel!!-Louie movió las manos en el aire intentando calmarla y calmarse el también.-¿Por qué no haces honor a tu nombre y te vuelves buena?
-Si alguna vez tuve alas las perdí hace mucho tiempo-sentenció ella, se colocó la falda de nuevo y miró a los presentes me miró a mí, sabía que algo ocultaba en esa frase...
Pero eso lo sabría más tarde cuando nuestros cuerpos estuvieran entrelazados en un sucio motel y ella me apuntara con un revólver.
Por William Ernest Fleming
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4 comentarios:
me gusta la historia !
mm...espero que lo de apuntar con el revólver no fuera por un reproche... :)
Me deja dudando si será posible cumplir ciertas exigencias estando encañonado.
jajajaj Carlos, eso pensaba yo.
Entretenido relato.
Biquiños William
Gracias ^^ Quiero ver en el rincon de mi mente de donde salio si hay alguna continuacion, si sabremos por que le encañono...
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