Después de nadar estoy cansada. Al salir de la piscina, siento una extraña sensación de ingravidez, mi cuerpo no pesa nada, floto ligera, como si al emerger del agua una fuerza invisible me empujara hacia arriba. Mi cuerpo se ha quedado disuelto en el agua, y sólo mi espíritu asciende, peldaño a peldaño, para quedarse levitando al borde de la piscina. Desde allí, mi espíritu se vuelve a mirar la piscina y piensa: "¡Por fin soy libre!". Pero el cuerpo no le deja escapar, sale perezosamente del agua, y en cada paso hacia la ducha voy sintiendo primero los pies, que aplastan suavemente el suelo, y en el siguiente paso las piernas, que se vuelven sólidas, después las caderas y el torso y el peso de los brazos que se estiran hacia abajo, y la ilusión de libertad termina cuando la cabeza atrapa el cerebro y lo vuelve a colocar en su sitio.
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Quería compartir con vosotros este cuento que fue leído por Juan José Millás en su programa de cadena ser La ventana de Millás el viernes pasado 19 de noviembre.
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8 comentarios:
Sentir esa libertad debe ser hermoso, pero para que sea duradera...hay que morirse :S Gracias por compartirlo Puri
Buena combinación espíritu cuerpo. Lo ideal es sentirse libres estando juntos.
Abrazos
Que ciertas y lindas palabras su.
Ya te había comentado en tu blog, ayer que tuve el placer de leer tus más recientes letras maravillosas. Un trance con preciosa narrativa.Te felicito nuevamente y comparto con Millás celebrarlo.
Preciosa esa unión entre cuerpo y alma. Saludillos
Lo escuché y me encantó.
Enhorabuena.
Par de abrazos.
Me gustó Puri, mucho...un abrazo.
Es bueno el micro, desdoblado.
Un abrazo.
David
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