Mientras caía, pensaba en la mala suerte de "la" Diana a la que, veloz y con puntería, me dirigía, y obviamente, también pensaba en mi mala suerte, pues además de mis bajas probabilidades de salir con vida de aquella caída, creía que con toda seguridad me achacarían el asesinato de Diana; pero yo no quise saltar hacia ella, la verdad es que, sencillamente no quise saltar.
Sólo yo sabía que la verdadera culpable era Patricia, sabía que no había sido un accidente, yo nunca le gusté; desde que me vio llegar del brazo de Diego me recibió con una sonrisa en la que la hipocresía no se podía disimular, además, varias veces la había oído despotricar acerca de Diana. Mi teoría es que Patricia ayer, sabiéndome apoyada en el alféizar, esperó pacientemente la llegad de su "amiga", calculó perfectamente mi recorrido; y me dio un empujón, para intentar matar así dos pájaros de un solo tiro.
Hoy Patricia regresó del entierro muy sonriente, cargando en sus brazos un nuevo jarrón de cristal para mí, y me confesó qué desde ayer le encantan las orquídeas.
David Figueroa http://relatosenlinea.blogspot.com/
2 comentarios:
Buen final, y buen empujón, David.
Un abrazo
Gracias, Maite.
Un abrazo.
David.
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