Mis propuestas para el concurso de minificciones en cadena de Imagin-Arte:
HOLOCAUSTO (finalista)
Un par de piedras planas encastradas en los ojos de los muertos, el único modo de borrar el horror de sus miradas. Los prisioneros, ajenos a todo, seguían sin entender aquel trabajo absurdo de reunir dos millones de piedras planas.
Y CÓMO NO (no entró a tiempo)
Un par de piedras planas encastradas en los ojos de ambas cerraduras nos impedían entrar en aquella casona antigua. Llevábamos semanas planeando la visita. Sabíamos que pronto sería derruida y ansiábamos retener con nuestras cámaras las últimas imágenes de su interior. Las leyendas tenebrosas que los lugareños alimentaban sobre ella la hacían aún más atractiva. Por fin conseguimos entrar, sigilosamente, a tientas, en medio de aquella inquietante negrura. Y cómo no iba a ser de noche y dejar de funcionar las dos linternas a la vez, cómo no íbamos a sentir el miedo pertinente con la aparición de los primeros ruidos extraños , cómo no se iba a acercar Soledad a mi cuerpo, estremecida, temblando asustada, como no iba yo entonces a sentirme el ser más feliz de la tierra. Como no: de éso se trataba.
VOYEUR
Un par de piedras planas encastradas en los ojos ocupan el lugar de los míos. Yo pensé que me los devolverías y no que te los llevarías puestos para siempre aquel fatídico el día en que te los puse encima.
MUTILACIÓN
Un par de piedras planas encastradas en los ojos de su amante, impedirían que pudiese mirar a ningún otro.
OJOS QUE NO VEN
Un par de piedras planas encastradas en los ojos le servirían. Antes de arrancárselos, dibujó sobre ellas unos idénticos a los suyos para que nadie sospechase. Se había documentado acerca de las curas y del proceso de cicatrización. Pasados diez días pudo al fin empotrárselas en las cuencas ejerciendo una dolorosa presión que hizo brotar finos hilos de sangre del lacrimal. Pero mereció la pena, ahora ya no sentía nada.
EL DESPUÉS
Un par de piedras planas encastradas en los ojos del alma le ayudaban a sobrellevar la convivencia diaria con ella en la oficina.
UN PELUCHE EN EL MOISÉS
Un par de piedras planas encastradas en los ojos, negras y brillantes y un mono de felpa azul celeste cubriendo su cuerpecito tierno y frágil, relleno de serrín, le daban aquel aspecto de peluche abandonado e inerte. No fue difícil aprender la técnica, la red estaba plagada de páginas con información detallada del ancestral método. Era su octavo aborto y no estaba dispuesta a enterrar ni un sólo bebé más.
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VOTACIÓN POPULAR
Finalistas en la votación interna que se realiza entre los partcipantes. El ganador se elige mediante encuesta abierta a todo el que quiera. Este es el enlace para votar, allí encontraréis los cuatro textos:
"Holocausto" de Isabel González (12 p)
"Deseo ciego" de María Pía Dienelsen (7 p)
"Asfixia" de Pedro Herrero (6 p)
"Ángel de barro" de Guillermo Escribano (6 p)
ASFIXIA por Pedro Herrero
Un par de piedras planas encastradas en los ojos los mantenían cerrados de acuerdo con sus designios. Otras dos, igualmente adaptadas a los oídos, lo aislaban por completo del ruido exterior. La de la boca sellaba sus labios al vacío, y en su nariz tampoco penetraba el aire, como si hubiera tapado los dos orificios directamente con cemento.
Tal grado de aislamiento había conseguido el ermitaño, tras su desengaño amoroso, empeñado en fortificar su rostro para que reprodujera fielmente la textura de su corazón. Pero todo fue en vano. Cada vez que en su mente se filtraba un pensamiento lascivo, aunque sólo fuera una débil evocación del cuerpo de su enamorada, las piedras se desprendían de sus encajes como por inercia, y él se asfixiaba en el recuerdo.
ÁNGEL DE BARRO por Guillermo Escribano
Un par de piedras planas encastradas en los ojos de la estatua de barro cocido del oratorio reflejaban los rayos del sol y convergían en un punto, que se desplazaba a intervalos constantes en cada estación del año, siguiendo una línea recta. El escultor había querido darle la hora exacta del día y la raya al oriente. Recorrió ese camino hasta el atardecer y al final, contempló a un niño, apoyada su cabecita en una ventana, con sus ojos vacíos hacia el último rayo moribundo del sol. El niño, hermoso, de carne y hueso, era la encarnación del ángel de barro y con un dedo le señalaba el camino de vuelta.
DESEO CIEGO María Pía Danielsen
Un par de piedras planas encastradas en los ojos son las que me impiden ver, esas que colocaste con precisión de relojero suizo. No fueron tus manos, no. Han sido tus labios de besos extraños, tu lengua de chicle y tu olor a hierba mojada. Sin preguntas, porque huelen a sal, me intuyo vencido. El par de ojos planos encastrados en tu rostro de medusa y piedra atraparon mi deseo sumiéndolo en tu cuerpo, mi sepulcro a perpetuidad.
HOLOCAUSTO por Isabel González
Un par de piedras planas encastradas en los ojos de los muertos, el único modo de borrar el horror de sus miradas. Los prisioneros seguían sin entender aquel trabajo absurdo de reunir dos millones de piedras planas.
3 comentarios:
Tal y como te he dicho en tu blog, el relato finalista es fantástico por su fina manera de mostrar un holocausto. Los demás también me han parecido que podrían haber estado en esa selección final. Un abrazo.
Me gustó mucho el de la casa de terror,lleno de cariño.
Los holocaustos me provocan intentos de salirme del planeta.
Que amargosos los del concurso con el tema éste de las piedras encastradas,para mis pulgas ni te platico donde se las encastraba.
Me gustó el de la casa de terror,está pleno de cariño.
Los holocaustos me causan ganas de cambiar de planeta.
Que planteamiento el de éstos del concurso,ni te digo donde les encastraba yo las piedras de su propuesta tan amargosa.
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