Lo sabía todo aunque fingiera que no. Su olfato rara vez fallaba. Algo de cuero mezclado con violetas le hablaban de una mujer elegante. El cabello largo, rojizo, hecho un rulo debajo del cuello, le decía que la mujer era joven e impetuosa.
Ya podía imaginarlos haciendo el amor una, dos, tres veces, en ese rato en que seguramente se escapaban de la oficina. Sus ojos se nublaron, pero esta vez tampoco le diría nada.
La camisa, al lavarropas. El jabón y el suavizante borrarían todo vestigio de que su hijo, en cualquier momento, dejaría el nido.
Claudia Sánchez
8 comentarios:
Pues no se me ocurre
pensar todo eso de mi hijo,
lo doy por supuesto
pero no entro en detalles.
Hay que aceptar que los
hijos se hacen mayores,
este relato está bien redactado,
denota con firmeza los celos
de la madre hacia su rival.
Perfecto,
enhorabuena
creo que hace tiempo dejó el nido...sólo viene a dormir y a que le laven la ropa :) jeje besitos Claudia
Totalmente de acuerdo, Artista. Pero también qué rabia dan esas suegras celosas de sus hijos! Esperemos que no me convierta en eso cuando mi niño se haga mayor.
Un abrazo, Claudia
Bien expresado este sentimiento, tan común. Un fuerte abrazo.
Muchos sabemos más de lo que queremos admitir.
Me pareción interesante el relato.
Saludos
J.
Una preciosidad que transmite el amor-posesión de algunas madres, que se resisten a cortar el cordón.
Un beso.
Gracias chicos por sus comentarios!
Aquí también teníamos que escribir sobre la imagen. ¡Las cosas que pueden llegar a hacer las madres!;-)
Saludos!
Hay madres así de acaparadoras de por vida, como gallina con sus pollos.
Y normalmente dificultan la vida de sus hijos.
Muy bien expresado.
Bicos.
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