Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

miércoles, 25 de agosto de 2010

CON SUEÑO EN BROOKLYN

Brooklyn, sábado 23 de mayo de 2015, 8:43 p.m.

Esta tarde he deambulado por las calles de Brooklyn. Mi cometido era sencillo: encontrar al anticuario que compraría el camafeo de la abuela. Me dieron las señas el pasado viernes, mientras ausente anhelaba otra cerveza. Tenía el vago recuerdo de un nombre, y con eso me dispuse a encontrarle. Pero Brooklyn es un barrio lleno de anticuarios. Y tras llamar a muchas puertas y recordar muchas historias, de fantasmas, de callejones y de hermanos marcados por el infortunio, llegué hasta el anciano Uggly en la avenida Bedford. Lo vendí, eso es todo, por el precio que a disgusto acordaron mis hermanas, siempre se piensa que lo que tiene un valor sentimental, vale más de lo que otro está dispuesto a pagarle. Pero tan sólo era un viejo camafeo, qué carajo! qué disputas!, por la cara de museo de cera del perfil de una dama.
Lo angustioso me sobrevino después, cuando dólares en el refajo, deshice a la inversa el camino de vuelta y me perdí.
Me encontré con Paul, un lugareño, que me dijo que era famoso escritor de novelas de intriga, de rufianes, de apostadores de bolsillos vacíos, de leviatanes, de niños prodigios con cefaleas, de vértigos y de detectives desdoblados en tres. De hombres de palabra, y de honores.
Me reí, vaya imaginación la de aquel tipo de nariz sobresaliente y ojos saltones. Me dije, este tipo debe ser un pobre funambulista de la realidad en la cuerda floja de la imaginación, y le seguí la corriente. A alguien debía yo seguir, más cuando estaba horas perdido. Nos tomamos unas cañas, y luego se fue como había venido, con un cigarrillo en la boca cuya ceniza desafiaba la gravedad.
Volveremos a vernos amigo, me dijo.
Y se marchó.
Hoy me he levando a las 8:43 y es sábado 22 de mayo de 2010. No recuerdo si ayer me escapé del futuro por algún poro del túnel del tiempo o fue el poso del tiempo en la taza del té de mi imaginación, hirviente por los años de insomnio. La cuestión es que he vendido el camafeo y tengo en la mesilla un billete de avión hacia Nueva York. Y un libro dedicado de un tal Auster.

Anónima Mente

3 comentarios:

Maite dijo...

Buen homenaje al amigo Auster y a su libro Brooklyn Follies. Felicidades. Un abrazo.

Anita Dinamita dijo...

Anónima, no sé si hay un error con las fechas y los días de la semana...
Grande, Paul Auster, pero puede que tenga pinta de funambulista más que de escritor, sí.

Anonima Mente dijo...

Un homenaje humilde para un gran escritor.Gracias por comentar Maite.

Anita, no hay errores de fechas, (el último párrafo lo aclara, si es que eso es posible...)esas cosas pasan en el mundo austeriano en el que todo es posible.De ahí mi admiración por Auster.

Un saludo!

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.