Juan la tomó entre sus manos con cierto temor, la miro extasiado, su blancura lo turbó por un momento. Sintió como una leve excitación recorría su cuerpo, no estaba preparado para hacer aquello, pensó.
Tuvo una rara sensación, como si cientos de pares de ojos lo estuvieran viendo y reprobando por lo que iba a hacer. Mil ideas se agolparon de repente en su cabeza, una mas disparatada que la otra, mientras ella, que parecía mas blanca y mas pura aún, sentía el temblor y el sudor de sus manos.
En un instante dos gruesas lágrimas rodaron por la cara de Juan nublandole la vista, encharcando la blanca hoja donde en forma borrosa se leía, Sr. Juez.
2 comentarios:
Me has tenido ahí, pensando, hasta el desenlace final.
Un abrazo
Esperemos que las lágrimas enjuaguen la desesperación de Juan.
Un abrazo
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