Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

domingo, 27 de enero de 2013

La presa

Henry vivía en el quinto piso de un edificio antiguo, en el centro de la ciudad. La única ventana de su apartamento se escondía tras la sombra de un cartel de neón, pero a él no le importaba: su alma de noctívago le instaba a dormir de día. Y al llegar el ocaso —cuando aquellas rutilantes luces se encendían— el joven despertaba, como una de esas ávidas criaturas entregadas a la cerrazón. Henry salía a la calle arrastrando despacio sus suelas gastadas hasta que su silueta oscura se diluía en el camino. Entraba al pub y sus sentidos se desplegaban abanicando el denso aire, formando un claro alrededor de la mujer que todas las noches venía a buscar. Se acercaba a ella en un crujir de nudillos y, captando su heladora mirada, se dejaba caer a su lado exponiéndole su cuello desnudo, ansioso de sentir una vez más esos colmillos blancos y filosos lacerándole la piel. 


13 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Muy bueno, Sara. Me gusta ese juego de víctima voluntaria y entregada.

Un abrazo,

puri.menaya dijo...

Sara, curioso vampiro, es el cazador cazado, le has dado la vuelta al mito. Ahora estoy leyendo Drácula (el verdadero de Bram Stocker), te lo recomiendo.

Yashira dijo...

Eso está bien Sara, un vampiro enganchado a un cuello, jaja, siempre el mismo. Tiene encanto, sí.

Un abrazo.

Luz Leira dijo...

Me gusta mucho, sobre todo el punto de vista. Hasta envidio esa sensación de estar hipnotizado así. Abrazos!.

Cabopá dijo...

Ser presa le tenía preso en las noches de neón...

Me gusta,Sara
Besicos

Unknown dijo...

Www, ese final me dio escalofríos y hasta tuve un destello de piedad por el noctivago

Unknown dijo...

¡ Y que viva la vampirofilia.!
Buenísimo.

Luisa Hurtado González dijo...

Muy bueno ese otro punto de vista, me gustó. Sí, señor

Sandra Montelpare dijo...

Me encantó porque ese noctívago parecía ser cazador y es presa. ¡Muy bueno!
Saludos van, Sara!

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Tenebroso, con un final ideal. Me encantó. ¡Saludos!

Sara Lew dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios.
Abrazos.

Andrea Vinci dijo...

Me gustó el final porque uno espera que el cazador sea él.

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Muy bueno, muy lograda la atmósfera.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.