Vértigo
El vértigo que Lucía sentía cada vez que se acercaba a una ventana, la obligaba a alejarse sin barrer muy bien los rincones del piso 78. Ese día, se atrevió a acercarse un poco más a los bordes, no gracias a un ataque de valentía sino a un llamado de atención del jefe de personal. Estando a pocos centímetros del ventanal, su curiosidad la asaltó y se apoyó sobre la escoba para mirar hacia abajo. Mientras imaginaba lo horrible que se sentiría un desplome desde esa altura vio pasar frente a sus ojos una figura humana en caída libre; el asombro hizo que su cuerpo retrocediera por si solo, como queriéndose alejar de una escena que ya estaba lejos, unos metros más abajo. Su imaginación hizo estragos de la persona que había visto y su corazón falló por la impresión de lo que había imaginado. Lucía murió al mismo tiempo que el maniquí se estrelló contra el asfalto.
El vértigo que Lucía sentía cada vez que se acercaba a una ventana, la obligaba a alejarse sin barrer muy bien los rincones del piso 78. Ese día, se atrevió a acercarse un poco más a los bordes, no gracias a un ataque de valentía sino a un llamado de atención del jefe de personal. Estando a pocos centímetros del ventanal, su curiosidad la asaltó y se apoyó sobre la escoba para mirar hacia abajo. Mientras imaginaba lo horrible que se sentiría un desplome desde esa altura vio pasar frente a sus ojos una figura humana en caída libre; el asombro hizo que su cuerpo retrocediera por si solo, como queriéndose alejar de una escena que ya estaba lejos, unos metros más abajo. Su imaginación hizo estragos de la persona que había visto y su corazón falló por la impresión de lo que había imaginado. Lucía murió al mismo tiempo que el maniquí se estrelló contra el asfalto.
Embarazoso
Los doctores sabían que su cuerpo lo
rechazaría; las enfermeras estaban desconcertadas pero los pacientes estaban
felices desde el día que se anunció. Un embarazo era lo que el hospital
necesitaba para levantar los ánimos, especialmente desde que había muerto el
viejo que se sentaba junto al árbol…
Los días pasaban y cada vez era más
evidente, todos los síntomas se dieron según lo esperado y para los pacientes
la alegría crecía proporcionalmente con el vientre. La expectativa los mantenía
a todos mansos, por lo que ciertamente no solo los enfermos lamentarían el día
en que el proceso se vio interrumpido.
El aborto se dio de forma natural: el
abdomen volvió a su tamaño original al igual que los pechos y la cadera, las
nauseas cesaron y nunca más volvieron las ganas de vomitar.
El hospital mental lloró la muerte del bebé. El hombre
solo necesitó de un corto momento de lucidez para darse cuenta de que el
embarazo estaba en su mente.
5 comentarios:
Brillantes relatos Luis, con buen pulso narrativo y un final desconcertante en ambos.
Un saludo.
¡Tremendos relatos! Me impresionó el titulado "Vertigo"
Muchas gracias por tu edificación Alfonso.
Beto, la verdad es que a mi también me impresionó cuando lo imaginé. Gracias por tu comentario.
Me encantan los dos microrelatos, a cual más bonito.
Ya los leeré mas despacio.
Besos, la impresión de ambos deja huella.
Que buenos relatos. maravillosos los dos
Publicar un comentario