Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

sábado, 12 de marzo de 2011

Discos rayados


Todavía, de vez en cuando, se echaban en falta. Todavía uno de los dos, él o ella, cogía el teléfono y llamaba al otro: “¿quedamos?”.
Algunos días más tarde, acudían a la cita nerviosos como flanes y, mientras él pensaba que ella era preciosa, ella se decía que era encantador. Se sentaban entonces y comentaban los proyectos que tenían en mente, lo que esperaban de la vida, los viajes que querían hacer o la familia que querían formar. Dejaban que la emoción devorase sus palabras,  que el tiempo se parase en el brillo de sus ojos y en las caricias que dibujaban sus manos..
Después hablaban del presente, de cómo el trabajo y la rutina minaban sus deseos, del modo en que el silencio les separaba y el deseo empezaba a apaciguarse. Descubrían entonces, nadie sabía exactamente cuando, que sus manos ya no se tocaban y sus miradas habían empezado a evitarse.
Más tarde, cada uno haciéndose fuerte en un lado de la mesa que ocupaban, volvían a encontrarse para enfrentarse, para echarle en cara al otro que las promesas hechas nunca habían sido más que palabras, que cada uno de ellos por separado había luchado por su unión con más ahínco que nadie, que nunca fueron ni amigos ni amantes, que lo suyo había sido sólo una pérdida de tiempo, una mentira, una broma absurda y un engaño.
En ese momento pedían la cuenta, pagaban por separado y después salían a la calle tan solos como habían llegado, cada uno por su lado hasta el siguiente asalto.



3 comentarios:

Caboclo dijo...

Me gusta el final por la sensación de absurdo que comunica. Cada uno de los personajes sigue encastillado en sus posturas, lo seguirán estando, asalto tras asalto.
Saludos.

Sandra Montelpare dijo...

Devorados por lo cíclico! Me encantó, Luisa, desde el título al cierre

MA dijo...

La monotonía y la realidad, que acaban con cualquier magia.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.