Estas seis
trabajadoras que se desempeñaban en el mismo lugar, bajo las órdenes de Don
Sixto eran, según la opinión del hombre, muy buenas obreras, de ley, como se
jactaba. Tenían mucho a su favor, pero
también algo en contra. Gregarias por naturaleza, vivían en una especie de
conventillo, todas juntas, pero a la vez cada una en su recinto, en el mismo
barrio. Su principal virtud radicaba en que no les gustaba salir de noche. Sólo
andaban de día. Compartían gustos comunes, por ejemplo, su vestimenta un poco
suntuosa. Cuando tuviesen descendencia, criarían a sus hijos con amor y esmero.
Otra característica virtuosa era que comían de todo, todo les gustaba, lo cual significaba un problema menos para
Don Sixto. Éste, todas las mañanas hacía
el acostumbrado recorrido para controlar el producto que ellas fabricaban.
Siempre estaba en buenas condiciones, perfectamente diseñado y producido. Él
las apreciaba mucho, hasta puede decirse que su trato hacia las trabajadoras
era cariñoso. Les llamaba por su nombre y a algunas les había puesto un apodo.
Sin embargo, las seis presentaban un problema común: Estaban interesadas en el
mismo candidato y el muy desfachatado presumía con todas y galanteaba a cada
una. “Pero al fin y al cabo siempre
habría de existir una preferida” pensaba Don Sixto a quien el presuntuoso
no le preocupaba. Gustaba de
entretenerse al atardecer, viéndolo al galán recorrer el territorio, siempre
adelante y a ellas como verdaderas señoronas con aires de andar sin prisa,
seguirlo a la distancia, esperando que él, se decidiera por alguna.
2013
7 comentarios:
GENIAL Zunilda.
Me azotaste contra el piso como cucaracha con hilito.
Me sentí espectador de una película de época muy fina incluso deseando que no terminara, y el remate del gallinero me deja dudando de mi coherencia mental.
Es tan perfecto que ni necesita el
final de la foto.
Fantástico tu blog, Zunilda. de humor e ingenio. Un cordial saludo, y feliz verano.
Angel-Isidro.
Un buen micro, bien narrado.
Las obreras perfectas dejaban de serlo cuando se presentaba ante ellas el galán de la empresa. Y es que de las garras del amor no escapan ni las gallinas.
Saludos.
Zunilda, me ha gustado y entretenido esta crónica del gallinero. Por momentos he pensado que se trataba de uná metáfora gallinácea refiriéndote a un grupo de mujeres. Bien valdría para el caso, jeje.
Saludos desde España.
Sete
Hermoso relato, Zuni. Me ha encantado.
Besos
Siempre tengo gallinas en mi corral acompañadas de un solo gallo. No puede haber dos gallos porque se matan a picotazos.
Gracias amigos, me alegro que les haya gustado y me encantan los comentarios desde cada mirada.
Publicar un comentario