Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

martes, 4 de septiembre de 2012

En el momento inoportuno


María decidió acercarse a la puerta pero apenas lograba escuchar ininteligibles rumores. Se inclinó hacia la cerradura con sumo cuidado mirando a hurtadillas por la ranura maltrecha y mohosa. Un poco más, otro poquito más, apretando los ojos para enfocar mejor la mirada. Sus pupilas se habían convertido en dos potentes teleobjetivos. No era suficiente. Apoyó entonces la palma de la mano sobre el picaporte con la delicadeza de una pluma balanceada, pero la puerta cedió fatalmente y María cayó dentro de la sala con todo el peso de su cuerpo en un seco "cataploffff".

Diez pares de ojos indignados la atravesaron a un mismo tiempo... Cabizbaja y con la cara colorada, se levantó del suelo con más vergüenza que dolor, maldiciendo entre dientes su mala suerte: seguro que la despedirían por recortes de personal, sí, pero ahora además, por cotilla irreverente. Si se reían o no de ella era mal menor, a fin de cuentas ¿quién no ha caído alguna vez al suelo en el momento más inoportuno de su vida?

Autora: Marian Allende

4 comentarios:

Amapola Azzul dijo...

Todo el mundo cae al suelo alguna vez, es imposible no caerse nunca si caminas, si no caminas ni andas , is estás siempre sentado tumbado seguro que es mas dificil caerte... auqnue no imposible, nada es imposible y menos en las caídas inoportunas, alguno he visto yo caerse de la cama durmiendo, mira que es dificil¡¡¡ eh?.
Besos, ingenioso relato.

Unknown dijo...

Traía la estrella al revés desde que empezó su vida.
Habían de ser más compasivos con gente tan oprimida.

Arturo dijo...

Marian:
Has escrito un relato muy bueno. A la pobre la venció su temor, que le hizo perder el equilibrio... y la prudencia.
Un cordial saludo.

Mafalda dijo...

Al menos tendrían una razón para despedirla, no por su eficiencia o no, pero sí por curiosona y cotilla, pues no contenta con ver por la cerradura, intentó abrir la puerta para no perderse nada.
¡Estaba condenada!

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.