Parsifal Somorrostro llegaba a la edad creativa de todo joven y aún no comenzaba a escribir un solo renglón, lo cual a muchos les puede parecer lugar común.
Pero en su caso particular ocurre que Parsifal atravesaba su reencarnación número sesenta y éstaba conciente de que en las cincuenta y nueve anteriores había eludido cumplir su sueño de publicar una gran obra literaria, ni a pesar de llamarse igual que el mítico héroe de todas las virtudes, de contar con una tremenda experiencia de vida aúnada a la paciencia de un domador de pulgas cirqueras.
Para su fortuna en la época que actualmente le tocó vivir existia el Instituto de Biodiseño a donde un joven tenía el acceso a utilizar todos los avances de la ingeniería biológica y prácticamente recrear su propia persona con las mejoras que su mente pudiera decidir, y no quedar condenado a la mera herencia genética familiar. Y como dicen, se sirvió con la cuchara grande.
Se le recompuso su persona con el rostro del joven Erroll Flynn, el físico que tuvo en su apogeo Schwarzenegger, la voz de Elvis, la potencia sexual de Casanova, la gracia de Cortázar, la imaginación de García Márquez,la valentía del torero José Tomás, el cerebro de Einstein, la astucia de Maquiavelo y la salud de Jack La Lane.
Al quedar integrada ésta transformación salió sonriente a la calle ,y cantando a toda voz, rebosante no solo de esperanzas sino de la seguridad de que entraría al mundo de las letras por la puerta grande.
Con lo que no contaba es el hecho de que las mujeres nunca le dejarían el tiempo para lograrlo.
Vaya lección. Le faltó la adversidad.
Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.
¡Gracias Daniel!
domingo, 13 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)
1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.
2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.
3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.
4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.
5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.
6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.
7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.
8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.
9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.
10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.
Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.
8 comentarios:
Mala suerte para el muchacho. Lo bueno de la vida es que no somos puzzles intercambiables, es más una suma de perfecciones fragmentarias solo crea una monstruosidad única.
En fin...será en la próxima reencarnación :) Un relato interesante y muy agradable de leer. Me puedes dar el teléfono de Parsifal? :)
Todo sirve para hacerlo mejor la próxima vez, no?
Ameno micro.
Saludos!
JA!!... menudo desperdicio y menuda torpeza. Ay!, la avaricia, qué mala es...
Buenísima la última frase, Carlos, aunque... discutible. ¿Hace falta sufrir para poder escribir?
Besos sin respuesta.
Me sumo al pedido de Artistalight, el tel. de Parsifal. De todos modos para leer buenos micros ya tengo a los compañeros que escriben en El Microrrelatista.
Un abrazo Carlos.
Me sumo a Kum*: la última frase es espléndida. Sin adversidad no nos queda más remedio que vivir y disfrutar de lo vivido. Claro que, como somos cuentistas, podemos invertarnos una buena adversidad y, encima, creérnosla, en la línea de Pessoa: "El poeta es un fingidor / que finge tan completamente / que llega a sentir un dolor, / dolor que de veras siente."
Muy bueno mestre.
Bicos grandotes.
tulevaisuuden geeni manibuloitu amigo! Ah, sydän lyö. Hyvä , monta näkökulmaa, olen ihastunut..
Publicar un comentario