Sentado una vez más el escritor frente a su campo estéril observaba con desesperación cómo la tierra continuaba sin dar fruto. Donde antaño hubo fértiles viñedos de jugosos relatos breves e incluso frutales que producían los más hermosos cuentos, hoy no había nada, solo tierra dura y árida. Hubo incluso un jardín donde crecían poesías salvajes. Sin apenas cuidado ni abono, florecían exuberantes por doquier.
Con el corazón encogido por la angustia y la nostalgia, una lágrima resbaló por su mejilla y fue a caer en mitad de la hoja en blanco. Fue entonces cuando del cerco húmedo comenzó a brotar una tímida palabra. Casi sin darse cuenta apareció otra al lado y luego otra y otra allá un poco más lejos. La seca blancura se fue poblando de nuevo de pequeños ejércitos de hormigas negras que traían un regalo inesperado.
Con el corazón encogido por la angustia y la nostalgia, una lágrima resbaló por su mejilla y fue a caer en mitad de la hoja en blanco. Fue entonces cuando del cerco húmedo comenzó a brotar una tímida palabra. Casi sin darse cuenta apareció otra al lado y luego otra y otra allá un poco más lejos. La seca blancura se fue poblando de nuevo de pequeños ejércitos de hormigas negras que traían un regalo inesperado.
Blog: Palabras preci(o)sas
8 comentarios:
Qué buenos frutos nos da una hoja en blanco, es maravilloso como lo has contado.
Un abracito
Como el título de una entrada en mi blog: Faltaba el agua.
Como el comentario que hizo Manuespada a esa entrada: El agua, siempre el agua, el principio de todo.
Saludos
No podría haberlo dicho mejor, Luisa.
Gracias a tí y también a Anita.
Es muy posible que la única y verdadera musa sean los sentimientos. Ëstos, aún adversos, con el tiempo generarán vida más que desconsuelo.
Un relato estupendo, Sara, muy bien contado. Ese jardín exhuberante que nos crece algunas veces, y esa sequía que se vuelve interminable otras, lo has reflejado todo muy bien. Y cómo de esa tristeza surge otra vez la inspiración en esa lágrima que lo riega todo.
Me gustó mucho ésta muestra del poder de una lágrima y la perseverancia.
Sergio, tienes razón en lo de los sentimientos, y sobre todo la angustia y la tristeza han provocado geniales inspiraciones.
Carlos de la Parra y Puri, me alegro de que os haya gustado. Quería reflejar efectivamente eso que a los que nos gusta escribir muchas veces nos pasa, que la musa se empeña en esquivarnos...
Huy, me siento totalmente identificada con esa sensación de desaliento del que contempla el campo estéril. Cuando llega esa temporada de sequía parece que el campo no va a volver a florecer nunca más.
Muy bien narrado, no se puede contar mejor.
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