Si el zapato no se hubiera deslizado debajo de la cama -bien al medio-, Antonia no hubiese visto el envoltorio en tela negra bajo la quinta pata. Adentro, recortados cuidadosamente, torso y cabeza de su marido con la cara borracha del último aniversario. A la altura del primer botón prendido de la camisa, un agujerito de lado a lado, prolijo, con el borde pintado de rojo.
Antonia buscó a su madre y a la tía Ulda; las encontró en la cocina calentando agua para el café, riendo por lo bajo. Se sorprendieron al verle foto y trapo en la mano, pero ninguna apartó la vista, al contrario.
Entonces ella les dio las gracias y, con disimulada satisfacción, retornó al comedor, donde velaban al cónyuge muerto de un infarto.
5 comentarios:
Qué ingenioso y divertido relato, me ha encantado Mónica, no lo vayas a quitar rápido que estoy copiando la receta :)
¡Magia para quitarse de enmedio al marido!... Muy bueno.
Un abrazo.
¡Qué buena es la familia cuando es buena! Me ha gustado y sorprendido. Sí, me ha gustado mucho.
Un beso
La suerte es bueno provocarla.
Muy ingenioso.
Un abrazo
Artistalight, Towanda, Luisa, Bicefalepena, muchas gracias por sus amables comentarios.
Un abrazo.
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