Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.
¡Gracias Daniel!
domingo, 23 de enero de 2011
CELIA
Creo que son extranjeros. Al niño calvo de la ciento uno le llaman el Hodgkin; debe de ser inglés, aunque se lamenta en un perfecto castellano. Al gordito de al lado le dicen el Asperger, pero siempre está callado y resulta imposible averiguar su idioma. Conmigo se confunden, me han nombrado como la Metástasis, o algo así. Los médicos son muy raros y no se les entiende ni la mitad de sus murmuraciones. No importa: me llamo Celia, tengo siete años y soy de Cuenca.
Manuel Merenciano
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Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)
1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.
2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.
3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.
4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.
5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.
6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.
7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.
8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.
9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.
10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.
Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.
10 comentarios:
Es difícil hacer dos cosas a la vez. Pensar en la enfermedad y tratar a los pacientes como personas, con su nombre y sus cosas...
Yo tampoco puedo andar y pensar a la vez, ni comer y ver la televisión.
Lo mío quizás sea disculpable.
Un abrazo y muy buena reflexión.
Adoré a Celia.
es un relato que deja el sinsabor de una realidad desencarnada..y la inocencia de la pequña Celia..creo
que es una obra de arte.Txapeldun!!! felicitaciones un saludo de Begoña
EXTRAORDINARIO MANUEL
Chapeau!!!
Micro duro tratado con mucho tacto y ternura.
Un saludo indio
Precioso.
Saludillos
Quizás resulta que subestiman a Celia, y aun tan pequeña es maestra del humor negro.
Muy bien, Manuel, tierno dentro de lo duro.
Un abrazo.
Precioso, por su redacción y durísimo, por la realidad que refleja... Me has emocionado porque el tema de niños enfermos y hospitales lo viví muy de cerca con una personita muy querida.
Con los ojos húmedos te envío un abrazo.
Es tierno y duro, no tengo claro que las personas que trabajan en sanidad con niños y niñas les hablen así, pero sí intuyo el miedo a explicar cosas que puedan no querer entender.
Creo que las personas profesionales de la Sanidad se llevarían gratas sorpresas con la sabiduría infantil, y de hecho se las llevan.
El relato es precioso.
Un abrazo
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