—Manuel, lo que te voy a proponer es sencillo.
—¿Qué quieres que haga, qué se te ha ocurrido esta vez?
—Para ti, fácil, muy fácil, solo quiero que te asomes a la ventana y me describas todo lo que veas.
—¡Nada más! Realmente eres el único profesional de este sitio que consigue sorprenderme. Me voy a apoyar en la ventana. Empieza a escribir querido “Freud”: hay un soberbio jardín, se nota que es primavera, el césped tiene un hermoso color no hay ni una hierba más alta que otra y las rosas que bordean el muro están en todo su esplendor. En el extremo las de color más fuerte, rojo intenso, aún se perciben las gotas de rocío sobre algunas, y las más cercanas a nosotros, blancas, desde aquí parecen níveas sin ninguna mota que rompa su belleza, el sauce... ¿sabes? me provoca tristeza, parece que está llorando y este que albergáis aquí es el más llorón de todos. Sus ramas parecen manos que cubren sus ojos arbóreos e intentan detener el torrente de lágrimas que son sus hojas. Lleva tanto tiempo llorando que estas se arrastran por el suelo, no es el mejor árbol para este lugar, aunque debo reconocer que el cenador que habéis colocado bajo su hueco transmite tranquilidad. En realidad todo el jardín respira serenidad visto desde aquí, en fin querido doctor, tienes una hermosa vista desde tu despacho ¿quieres que siga?
—No, Manuel, no hace falta, muchas gracias, ha sido verdaderamente relajante oír tu descripción.
—Bien, no sé si has notado unos extraños ruidos, es mi estomago, protesta, eso quiere decir que ya es la hora de la comida. ¿Nos veremos mañana?
—De acuerdo, a la misma hora.
—Hasta mañana, Luis, que pases un buen día.
—Hasta mañana, Manuel, lo mismo te deseo.
Luis observa como su paciente despacio se acerca a la puerta y con cuidado coge el bastón que hay en la silla, lo despliega y sale cerrando suavemente.
14 comentarios:
Elysa, que bien reflejado este falso paciente, que no es ciego aunque lo aparente, o igual sí.
Me ha gustado mucho. Bessets.
Hay que saber mirar. Bellísimo.
En los laberintos de la locura muchas veces brilla una intensa lucidez.
Muy hermoso Elysa...Pero no hay mayor ciego que el que no quiere ver...
Besos desde el aire
Parece que Luis es un buen terapeuta, sabe hacer que su paciente "vea" en su interior aquello que sus ojos le tienen negado ver afuera.
Me ha gustado mucho tu texto, Elysa. Un placer leerte.
Besos.
Elysa es un texto estupendo.Traes de nuevo luz a unos ojos que en algún momento la perdieron. Muy bonito.
Un abrazo
El paciente, ve, todo lo que nosotros no.
Buen relato, saludos
Excelente relato, como para reflexionar. Se puede ver con el corazón. hasta muy pronto!
Un relato formidable, Elysa.
Nos llevas de la mano de un dialogo que nos hace dudar de hacia dónde nos dirigimos, para cerrarlo de forma magistral y dejarnos elegir si ve y hace que no o si no ve y hace que sí.
Me voy pensando en ello.
Un abrazo.
¡oH! Me trajo recuerdos de una obra de teatro que interpretamos como despedida de nuestro grupo escolar, al graduarnos: un viejo pegado a la ventana animaba con sus relatos a todos los internos de un manicomio, y al fallecer él supieron que era ciego.
Muy buena descripción y muy buen detalle el del ciego al final... :)
hola amigo mio en la otra entrada no se puede comentar solo quería saludarte y como siempre amigo estupendas entradas un abrazo
Bonito relato,bello un jardin muy plastico.Escena muy lograda.Un saludo
Sorprende el final, Elysa. O es un gran terapeuta o el ciego no lo es tal, pero me ha gustado mucho la descripción del jardín
Un abrazo
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