El reloj de la torre marca las cinco, demasiado tarde ya.
—Ya no vendrá— digo y no puedo evitar un suspiro que me deja un sabor amargo a punto final.
Mis ojos recorren la plaza por última vez. Hoy haría 50 años, pero no hay aniversarios para lo que no llegó a suceder. Mientras me ayuda a levantarme, mi nieta me señala interrogante a un señor sentado un poco más allá.
— ¡Nena, por Dios! Era alto, guapísimo y tieso como una vara— la regaño al ver a ese pobre anciano calvo y encorvado.
Autora: Nieves Torres
13 comentarios:
Hay que darle la pelea al tiempo para que no nos destruya.
¡Qué ilusión verlo aquí y tan bien ilustrado! Muchas gracias
Hay estragos que hace el tiempo que solo se ven con el corazón.
Me gusta que lo narres en primera persona.
Saludos
Ay me temo que ella cometió el error de no mirarse ante el espejo, porque creo que el tiempo pasó para ambos.
Muy bueno Nieves.
Un abrazo.
Se ha quedaod con la imagen que deseaba tener de él, y eso es lo único que necesita. Quizá el anciano piense igual.
El recuerdo es lo mejor que queda.
Enamorada del recuerdo nítido del imborrable encuentro.
¡Sí pudiésemos siempre ver esa imagen interior a pesar del paso del tiempo! :]
¡Hermoso micro!
¡mUCHos salUCHos! :]
Buen final.
Saludos
David
Pd: Mi nuevo blog es http://observandocine.com
Nieves:
El relato pareciera ser un homenaje a "Penélope", de Serrat. Aunque difiere en mucho, pues todo da para suponer que a él también le resulta extraña esa anciana, sentada en aquel banco, junto a una niña.
Es verdad eso de que, tras el paso de los años, uno no advierte que cambió tanto.
Saludos.
Quizá ese anciano calvo y encorvado también estaba esperando a que el reloj hiciera el milagro.
O tal vez el reloj fue lo único que en todo este tiempo no envejeció.
Besos.
El espejismo que vivimos todos: No nos damos cuenta de que envejecemos.
Un saludos desde México DF
Magnífico micro.Pareciera que el tiempo no fuera con nosotros.En cierto modo es un intento de vencerlo.
Saludos.
Así es la vida.
Saludos
David
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