Por decisión del difunto, la viuda solicitó que incineraran
el cuerpo ni bien el sufriente soltase su último suspiro, sin embargo, antes de expirar, el marido le
había hecho prometer que le compraría un coqueto cajón, pues se trataba de una persona a la que siempre le había gustado guardar
las apariencias. En este caso, apariencia de adinerado y de cuerpo completo. Digámoslo sin ambages, este muerto había sido un hombre afectado y presuntuoso,
nadie lo tragaba.
Por esta razón, sólo concurrieron al velatorio unos
pocos parientes y compañeros de trabajo, más para comer y beber algo que por
sincero afecto. De vez en cuando, miraban hacia el féretro cerrado con indiferencia,
sin sospechar que estaba lleno de sacos de arena. La viuda, mientras tanto,
calentaba agua y cumplía -obedientemente- la última voluntad de su marido.
Al final, nadie supo que se veló un cuerpo
ausente, apenas presente en el mal recuerdo, y en el sabor un tanto extraño del
café.
15 comentarios:
No me gustaría tomar de ese café.
Siempre, hay que cumplir con la voluntad de quien se va. Excelente micro, Humberto...
Un abrazo
Recuerdo este micro. Me encantó ese humor desde el más allá.
Saludos.
Pues, siendo el difunto, el patrocinador, de la comida y la bebida... pero uff, beber ese cafe!!! un abrazo
Humberto:
Está muy bueno, el tipo era un maldito, a no dudarlo.
Me hiciste acordar a un sketch de los uruguayos de Telecataplum. Se trataba del velorio de un tipo pobre, que ni agua corriente tenía en su casa.
Murió congelado y lo habían puesto en el cajón aun en ese estado gélido. Como hacía un poco de calor, se oía de fondo el goteo del descongelamiento y un moreno sacaba -cada tanto- una palangana desde la pieza velatoria. Ya te imaginás con qué hacía el café.
Es otra variante a tu historia, y tan bien logradas ambas.
Un abrazo.
Genial Humberto. Es prueba de que hasta los muertos posan.
Menudo deseo el del difunto, menos mal que no fueron muchos a su velatorio... Eres genial Humberto.
Un beso.
Tus textos siempre están plagados de ingenio, Humberto.
Un beso.
Simplemente excelente, jaja!!
Un abrazo
menos mal que nadie lo tragaba.
un abrazo
Recuerdo este cuento, Humberto. ¿Cómo olvidarlo? Es de los que dejan un regusto amargo, un mal sabor de boca :-)
Un abrazo.
Bueno, bueno, con el presuntuoso ¿Ese también fue su deseo?
¡Uhhh! Espectacular final...
Me encantó.
¡Felicitaciones!
Muchas gracias a todos los que dejaron su comentario.
Un fuerte abrazo.
HD
Hay personas que no dejan de dar por saco ni muertos.
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