A través de la ventila de mi regadera escucho hablar a dos hombres en la calle. No suena como una conversación, me parece que ambos hablan al mismo tiempo y de temas distintos. Al cerrar la llave, sin la interferencia del ruido del agua discierno mejor. Uno es viejo y arrastra los finales de las palabras que pronuncia huecas y ensalivadas como si trajera un hueso de durazno por dentro de las mejillas.
- Yo tengo setenta años. He visto morir a varios amigos. Voy para cincuenta... Voy, para setenta años.
Una pausa, y el viejo sigue, disminuyendo el volumen hasta casi murmurar:
- Yo soy El Maracumbé, el rey, de todos...
- ¡Que pase buena tarde! ¡Gusto en saludarlo! ¡Con permiso!
Después hubo silencio afuera, pero en mi mente sonó el mariachi toda la tarde repitiendo un sólo estribillo incesante: "Éste es El Maracumbé, el rey de todos los sones. Querido de las mujeres, apreciado de los hombres".
3 comentarios:
No pude evitar encontrar entre tus letras la imagen de una conversación entre dos abuelas hablando a cerca de sus nietos.
Me gustó!
Beso grande
Gracias Magah, yo disfruto mucho cazar conversaciones, y por lo general, las de los ancianos y los niños son las mejores presas.
Sin duda, es bonito. Jirones de una conversación: excelente método para desatar inspiraciones!
Beso, Yun
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