Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

domingo, 19 de junio de 2011

HAY DÍAS ASÍ.

Soy nómada. Lo que algunos llaman pata de perro.
Acaso existo buscando el paraíso del que fuimos expulsados en la noche de los tiempos.
Y ahora,¿Qué sigue?
¿Ir a Nueva York y convertirme en una baja más de la violencia?
¿O ir a Dakota del Norte y ahí de seguro morir lentamente de aburrimiento?
Ninguna de las dos.
Aparece un loco con un barril de mezcal.Una cosa lleva a otra y acabo cambiando la casa por una lancha rápida.
La borrachera y la velocidad me estrellan contra la roca en aguas del caribe.
No sé si me encontraba desmayado o comatoso. En mi pesadilla el papa conducía un Ferrari y chocábamos.Me acordé de mi madre aconsejando no anduviese en malas compañías.
En intentos de recuperar el sentido todo era confuso.
Ahí tirado en el piso de la choza no entendía cual de los dos accidentes era el verdadero. Y menos entre los cantos de la tribu y el hechicero que oficiaba el ritual vudú.
El gallo despescuezado corrió a mi alrededor empapándome en sangre.
Me despierta el miedo de que me vayan a sacrificar. Rostizado de calor y con una resaca tal que hubiese preferido haber muerto. Y además ciego.
Una nativa se apiada de mis gritos y me explica que al brujo le había parecido risible hacer crecer unos pelos como púas en lo blanco de mis ojos
pero que ya,ya ya, y me los fué arrancando uno a uno. Y pude ver a todos.
Muchos dientes blancos que ríen de mi persona pegajosa de sudor y la hemorragia del animal.
Me dijeron que mi lancha podía estar reparada en una semana.
No quise esperar y me lancé al mar.
Nadaba desnudo y con un cuchillo en la boca, amén de poseído por la furia.
A los tiburones les causé temor y se alejaban a mi paso.
Habiendo agotado las fuerzas, me rescató la joven preciosa que daba la vuelta al mundo sóla en su velero.
Me habían contado muchos marinos acerca de ella, pero la creía un mito.
Acabamos de pasar las dos horas más felices de nuestras vidas.

6 comentarios:

Rosa dijo...

Una historia con final feliz... No parecía que lo fuese a tener. Jeje.

Saludos desde el aire

Unknown dijo...

Generalmente a los nómadas nos cambia la suerte con el cambio de lugar.

puri.menaya dijo...

¡menyuda pesadilla! Luego se convierte en un idilio feliz... Lo mejor, acordarte de tu madre y sus consejos de no rodearte de malas compañías cuando soñabas con el papa...

Unknown dijo...

Esperaba la tragedia y vino la sonrisa. Una sonrisa al final del cuento siempre se agradece.

Un abrazo

Unknown dijo...

Gracias a todos por su visita y lectura a éste trozo de mi autobiografía.

Mónica Ortelli dijo...

jejeje Muy bueno,Carlos.
¡Claro que hay días así!
Saludos!

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.