A los pocos meses de casarme empecé a notar unos extraños
síntomas en el estómago. Su procedencia me resultaba desconocida ya que jamás
había sentido algo semejante. Desde que me levantaba hasta el momento de caer
rendida en la cama sentía un ligero, pero permanente, dolor que me producía
malestar. Era una sensación que nacía en la zona más interna de mi aparato
digestivo, un pinzamiento que parecía proceder de algún punto de la columna.
Pasé por la consulta de varios médicos que me
diagnosticaron las dolencias más peregrinas: hernia, úlcera de duodeno,
nervios, incluso lombrices. Llegaron a pensar en un embarazo psicológico. El
dolor se fue agudizando con el tiempo. En determinados momentos, en especial
por las noches y los fines de semana, notaba
que una fuerza poderosa estiraba de mi ombligo hacia lo más profundo de mi
intestino, como si fuera agarrada de un inexistente cordón umbilical. El dolor
me obligaba a caminar encogida, con el riesgo de padecer chepa.
Visité la consulta de especialistas afamados, médicos
naturistas y homeópatas. Para mi desgracia, el dolor no remitía, incluso se iba
agravando con los años. Me recetaron pastillas para la acidez y
antiespasmódicos, hierbas, comprimidos de algas y no sé qué más. Las medicinas
no surtían el efecto deseado, lo que me llevó a abandonar un tratamiento tras
otro. El último intento fue tomar hierbas para contrarrestar los aires que
decía el médico que me producía la comida, aunque yo sabía que no era eso.
Apenas podía mantenerme erguida. Sentía como si el centro de mi existencia
estuviera desequilibrado.
Desde que mi marido me dejó y se fue con otra a
quien hacerle la vida imposible, he recuperado mi estatura normal.
16 comentarios:
Maravilloso relato con final psicosomático.
Creeme que ésto se equilibra más dentro de lo real que lo que pudiera pensarse; es más he conocido gente que enviudando o separándose recuperan la salud y el rumbo en la vida.
Has descrito la losa de la infelicidad de una manera espectacular, muy sutil, buen final.
Muy bueno.
Besos.
¡Qué bueno! No sé por qué me lo estaba imaginando, el final, claro...
Muy bien relatado, guarda un ritmo perfecto con todos los detalles de un buen relato. Ni le faltan ni le sobran palabras...
Me ha gustado, me ha gustado mucho.
Besicos vecina.
Haces al lector cómplice de sus dolores, de su malestar; nos haces presagiar lo que sucede, pero lo haces con estilo. Y el golpe final, eso de volver a crecer, me parece estupendo.
Un abrazo
¡Uf! Pues menos mal que se largó ese indeseable marido.
Muy buen micro, Elena :-)
Un beso.
jajaja es buenísimo mis felicitaciones
Un beso !
muchas gracias Carlos. Es cierto, esto es muy real, lo sé, no por experiencia propia.
Un abrazo
Gracias Laira.
Me alegra de que lo encuentres sutil.
Un abrazo
Gracias Cabopá. Yo le tengo cariño a este relato.
Besos
Pues fíjate, Paloma que no estaba yo muy segura del final y le he estado dando vueltas pero me alegro de que esté bien.
Muchos besos
Hola MJ. me alegro de encontrarte por aquí.
Besos
Qué estupendo relato!!El final de la un giro a lo que el lector pudiese imaginar...sutilmente tratas un tema difícil y duro. Te ha quedado genial, me ha gustado muchísimo!Un abrazo
Jeje, Elena, que manera de describir el mal matrimonio, el dolor de la parte sufridora.
Hola. Muy lindo el final. Y si... a veces hay gente asi toxica que causan mas dolor y enfermedad que las mismas enfermedades. Un abrazo
Ser feliz es muy importante para la salud.
Muy bueno!! me hizo reír la ultima parte. Me gusto mucho, al igual que el blog!
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