El hombre pudo imaginar un mundo utópico, sin violencia, sin armas, sin asesinatos ni guerras. Pronunció las palabras sin titubeo y cuando hubo terminado el genio respondió: “deseo concedido”, chasqueó sus dedos y se quedó allí parado, inquieto…
Meditó el asunto durante horas infructuosas: se cruzaba de brazos, miraba hacia arriba, caminaba y se sentaba, se rascaba la cabeza y de vez en cuando suspiraba para tomar nuevo aire pero no le encontró sentido; finalmente pensó en voz alta: -Creo que ese ignorante pidió el deseo equivocado.
-¿Cuál ignorante? -escuchó preguntar a un pequeño duende que le había escuchado fortuitamente-.
-Un sujeto –respondió aún intranquilo el genio- le concedí un deseo y no estoy seguro de haberlo complacido.
-¿Y cuál fue su deseo? -preguntó el duende, intrigado-.
-El muy tonto deseó la paz del mundo. Se lo concedí sin pensarlo dos veces, y ahora los humanos han desaparecido para siempre.
Autor: Luis Correa
blog: Lienzo del gallinazo
4 comentarios:
Pues sí, qué cierto, con los humanos no hay paz posible...
Muy bueno, felicitaciones LuisCo
Qué buen final!
No me lo esperaba sinceramente jajaja.
Un saludito^^
Jejeje, muy bueno y cierto. Si se desea la paz no hay lugar para el ser humano.
Ahora que yo no quiero toparme con un genio así.
Besos.
Has vuelto al revés el mundo del pacifismo con éste micro.
¿Será exacto que nadie nos salvemos?
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