Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

miércoles, 20 de abril de 2011

El extravío.

                                                                       ¡Qué mucho vale lo que vale poco!

¿Por qué perdió la niña la diadema? - Se preguntaba su madre.
La niña no sabía responder. Corriendo por el parque, mecida en columpios y andando en patinete, la dejó caer por despiste, pero no sabía explicar por qué la extravió.
Con los años aquella diadema perdida que estaba dormida tierra y barro entre las zarzas, fue encontrada por un mendigo. El vagabundo la tomó en sus manos y la arrojó al contenedor de la basura. Para poco valía una diadema sucia y olvidada.
La madre y la niña olvidaron aquel objeto, el pobre también lo olvidó justo después de tirarla al vertedero, pero al brillar el sol entre las latas iluminó una estrella de plástico, polvo y purpurina. Una que sabía cual era su lugar. Nació para hermosear el pelo y esperaba el momento de cumplir su función.
Tal vez hoy, mañana o pasado, peines tu corazón y adornes tu melena con lo que nunca debiste  perder... Tu inocencia, tu sencillez y tu fragilidad.

   

4 comentarios:

Nel Morán dijo...

Y lo que va echar de menos esa diadema...

Blogsaludos

montse dijo...

La inocencia y la sencillez, vale. Pero la fragilidad, cuanto antes se pierda, mejor. Aunque solo es mi opinión.

Lucrecia Borgia dijo...

La belleza de una joya es frágil, es una flor pasajera, pero la belleza del alma es firme y segura.
La inocencia no tiene que temer...

saludos

(Gracias por tu visita, Manuel)

Manuel dijo...

Adivin yo echo de menos a veces esa diadema.
Montse la fragilidad es lo que le da fuerza al espíritu. Solo quien sabe aceptar su fragilidad y no teme mostrarla, sólo ese, es fuerte. A esa frágilidad me refiero.
Lucrecia la belleza del alma es firme, pero en el mundo de carne y hueso es humano sentirse frágil. Esa suavidad nos hace como el junco flexibles y resistentes al viento.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.