Advertencia: Me ha tocado publicar en un día patrio, en mi país,
el día de nuestra Bandera Nacional, de allí, la historia.
Desde la barranca rosarina, con el incipiente frescor del
atardecer, Eloísa Díaz, con sus ojos azules, perdidos en las aguas marrones del río
Paraná, asistía a la solemne ceremonia preparada por aquel apuesto General
Belgrano, quien airadamente, según su pensamiento, se proponía enarbolar una
bandera propia de estas tierras. Eloísa era huérfana de padres, ya que ambos
habían muerto por distintas causas, dos años atrás, casi con el nacimiento del primer
gobierno patrio. Los pocos parientes conocidos de los que tenía noticia, estaban muy lejos, allende los mares y nada
sabía de ellos. Robustiana, aquella mestiza que la había criado, tuvo que
hacerse cargo de ella cuando quedó sola a los trece años. Toda una señorita que
atender y cuidar. Pero lo había preferido así, antes que su niña partiera para
el hospicio o la metieran de monja, los amigos de sus patrones. Embustera como
era, se había inventado una historia de papeleo para disuadirlos. Así las
cosas, aquel 27 de febrero de 1812, había llevado a la ahora
jovencita, al acto militar, porque Robustiana era bien criolla y apoyaba la
causa de la revolución, cosa que trataba de imponer a Eloísa, quien
desconfiaba de todo. "Vamos m´hija, mire la bandera que está izando Don
Cosme Maciel", "¡qué honor!" agregó la mujer y por lo bajo
le susurró a la joven:"Es suya también". Cuando el paño de algodón
teñido de celeste, como el cielo, en una de sus franjas, llegó a lo alto del
mástil, el Gral. Manuel Belgrano instó a sus soldados, diciendo con vehemencia: ". . . Juremos vencer a nuestros
enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la
Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva
la Patria!"
Robustiana, también lo murmuró, porque los que juraban la
bandera, eran sólo los militares que integraban las baterías allí concentradas. Su ahijada se persignó, y mirando
al cielo, dijo muy por lo bajo: "Perdón, Tatita, ¡Viva la Patria!",
mientras la albiceleste ondulaba brillante en aquel atardecer de verano.
13 comentarios:
Me recordaste que mañana es el día de la bandera... cuando uno está lejos ya no se acuerda cuándo caen los "feriados".
La patria es más hermosa cuando brinda vida en vez de muerte.
Aclarado el humo de la destrucción podemos ver que la auténtica historia del amor a la patria, la adquieres si excluyes a los políticos, quienes se sienten los dueños.
El mundo va en despertar, falta ver en que acaba ésta película.
Gracias Andrea. Un abrazo.
Coincido totalmente con vos Carlos. Pero yo hablo de la historia que por no vivirla no duele tanto. El presente, es otra cosa, de allí mi coincidencia. Abrazo.
Zunilda:
Hermosa historia. Digno homenaje a la gesta del gran argentino que ha sido Manuel Belgrano, quien dio todo por nuestra patria.
Ya es hora de colgar la bandera del balcón, como cada Fiesta Patria.
Zunilda:
Mi comentario se disparó dos veces y sin terminar aun.
Quería cerrarlo con un gran abrazo de despedida y una escarapela al pecho.
Me ha encantado, Zunilda. Los que estamos lejos, (como dice Andrea allí arriba) nos olvidamos de esas fechas. Un abrazo.
Bonita historia Zunilda, y muy acertada teniendo en cuenta el día.
Saludos,
Gracias, argentinas y no, por tamaños comentarios. ¡Viva la Patria! Gracias Arturo. Comparto. un abrazo de nacionalidad.
mil gracias querida y admirada amiga por hacernos participes de tan bella historia. Muchos besinos y feliz fin de semana con todo mi cariño.
Bella historia.
Saludos.
Gracias por comentar, compañeros.
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