Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

jueves, 21 de junio de 2012

Inmortalidad

El abuelo Leocadio, el más querido por los chavales del barrio disfrutaba viéndoles corretear por la plaza. Siempre tenía algo en los bolsillos que ofrecer. Unas veces eran caramelos, otras canicas y otras, cromos. También les entretenía contando historias a la salida de la escuela, rodeado con gran expectación.
-¡Qué bueno es Leocadio!- decían los niños.
Hubo un día que no le encontraron; sólo su bastón caído en el suelo recordaba que aquél era su banco. Los niños tristes y preocupados quedaron, hasta que uno de ellos se atrevió a levantar el bastón del suelo. Con gran sorpresa viajó a la velocidad de la luz hasta una granja donde Leocadio, más joven, le enseñó a ordeñar una vaca. Tras él, el bastón pasó a otro niño y en cuestión de un minuto aprendió a manejar un arado para segar en el campo. Otro niño paseó por la montaña con el abuelo mientras le enseñaba la cueva donde se refugió durante la guerra civil.
Y así fue como Leocadio siempre estuvo presente.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Una ilusión codiciada, sin duda. El cuento tiene ese estilo de los cuentos clásicos. Me recordó los tomos de cuentos infantiles que engullí uno tras otro.

Arturo dijo...

David:
Este cuento es magia de la mejor, en estado puro.
Saludos.

Miguel Ángel Pegarz dijo...

El otro tío de la vara. Entrañable.

El moli dijo...

Que buen relato David, es la primera vez que te leo. Seguiré haciéndolo.
Un abrazo.

Carlos V. dijo...

Me hizo bien leer tu entrada. A veces olvido que tengo imaginación.

Saludos.

Menteinvisible dijo...

entiendo que el abuelo era la vara.
el cuerpo no es mas que la representacion de algo que llamamos vida.

El Eskimal dijo...

Los objetos también confabulan.

Unknown dijo...

Gran muestra de que el fetichismo comienza a temprana edad.

Yashira dijo...

David que mágico relato, el abuelo tan querido de los niños estuvo presente siempre ayudándoles y enseñándoles a través de su bastón.

Me gustaría encontrar un bastón así, pero claro, eso sólo puede sucederles a los niños, verdad?

Saludos desde mi mar,

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.