Everardo Zorrilla fue acusado del asesinato de un
reconocido usurero. Por la forma como se encontró el cadáver, el crimen se hizo
con alevosía, desprecio y burla. El criminal, todo un profesional,
invalidando todas las tesis expuestas, convenció de su inocencia al infalible
abogado Leonardo Carvallo.
El día de la audiencia, uno a uno fueron pasando los
declarantes. Uno de ellos atestiguó que cuando pasó cerca de la casa en que
vivía el dueño escuchó ruidos y gritos rayando la medianoche. Al verse perdido
el acusado gritó con contrariada indignación:
-¡Que va!... el viejo ese no dijo ni ¡uf!
Autor/a: Guillermo Arnul Castillo
Blog: Venitecuento
3 comentarios:
El pez por la boca muere.
Un abrazo
Él mismito se delató, no demostró ser tan profesional, le perdió el ego.
Saludos Guillermo,
jaja, era tan bueno que sólo él mismo podía vencerse.
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