Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

jueves, 15 de julio de 2010

En la iglesia

Por cierto, ¿Hoy es domingo? Y yo convencido de que era viernes. Una bruma en el cerebro me impide pensar con claridad. Hace un momento me despertó esa música sacra y ví a San Antonio observándome desde arriba. ¡Que bonitos son los azules, rojos y amarillos de la vidriera! Afuera debe hacer un día espléndido. Me molesta un poco la cabeza. Será por el intenso olor a incienso quemado. Para colmo el sacerdote ha empezado hablar de mi. De su boca ha salido mi nombre. A pesar de todo se está bien aquí. Pero no entiendo. ¿Por qué lloran todos?


Torcuato González Toval

6 comentarios:

Unknown dijo...

Tú no preguntes, levántate y anda... jajaja.
Muy buena, si señor.
Un biquiño.

Juan Vásquez dijo...

no se preocupó mucho por el vino por aquello del agua!; me gustó mucho este micro, felicidades

Unknown dijo...

Me frikearía al máximo encontrarme muerto en un templo y que un cura tiráse todo el rollo,nomás me compre la cámara de video,y les evito la aburridora,se me hace injusto después de pasar por tanto en la vida,acabar tan genericamente.
Por medio del video por lo menos tendría el privilegio de iniciar el desorden,e invitarles a todos a brindar y desearles pasen una buena cena fúnebre a la usanza italiana,durante la cual degusten deliciosos platillos,y si desean tomar pausas para llorar que lo hagan,aunque por mí que se rían,para que aumentar más el drama.
Aquí en los Estados Unidos cada vez hay más quienes graban su video muerto.

Maite dijo...

Vaya, vaya, Torcuato, no hay nada peor que ser uno mismo el finado, y además...ser consciente de ello!!!! Un abrazo

Nel Morán dijo...

Tétrica belleza. El final vino, se sabia hacía poco pero sacó una sonrisa cómplice. Demuestra que los micros no tienen porque terminar en sorpresa. Muchas veces lo que esperas es justo lo que mejor termina. Me gustó, Torcuato.

Blogsaludos

Raúl dijo...

Excelente.... o mejor dicho: "Muy bueno"

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.