Triste y desnuda quedó la muñeca aquella gélida tarde de enero cuando su viejo reloj decidió soltar las ligaduras que lo mantenían encadenado a ella.
Atrás quedaron los años de perfecta armonía. Inseparables cómplices del transcurrir del tiempo latiendo al unísono... Ella, meciendo el tic tac que renueva la vida; marcando las horas con precisión milimétrica, él, su querido reloj de pulsera.
Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.
¡Gracias Daniel!
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Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)
1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.
2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.
3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.
4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.
5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.
6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.
7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.
8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.
9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.
10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.
Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.
12 comentarios:
Por loco que parezca, hace poco tiempo me sucedió algo así con un reloj pulsera que usé por años y al que me unía (porque me lo había regalado mamá) un cariño especial.
Hace falta decir que me encantó tu micro?
Abrazo!
MJ:
Parece mentira que con una cuestión tan ínfima como lo es la pérdida de un objeto, se haya podido crear esta reflexiva e íntima obra. Con belleza describe la sensación de tristeza y desnudez que emerge en la poseedora de la máquina acompañante.
Felicitaciones.
Saludos.
No pude evitar encontrar en tu relato aquel momento en que el corazón deja de hacer tic tac dentro de un cuerpo; pero si lo piensas, el que ahí habitaba pudo haberse llevado su tic tac a otra parte, el misterio es saber a donde.
El tic tac de un reloj parece el latido de un corazón. Hay objetos que nos acompañan tan íntimamente que cuando se estropean se llevan una parte de nosotros. Precioso. Un beso.
Sigues amando lo que escribes y eso se nota y se agradece.
Precioso, MJ. Hay objetos que se agarran a nuestra memoria y es difícil olvidarlos.
Besitos
Tic tac, tic tac,...
El corazón sigue latiendo. Del reloj nunca más se supo.
Muchas gracias a todos por comentar.
Abrazos.
Guardamos objetos que aun inanimados adquieren un caracter personalísimo por la importancia que les damos.
Cuando por algun motivo dejan de funcionar, se deterioran con el paso del tiempo o se pierden es como si un trocito de nosotros se fuera con ellos.
Pero la vida es así, hay que seguir caminando, como el tiempo, que no para nunca.
Besitos mediterráneos.
Los relojes (de pulsera, de bolsillo, de pared y hasta los de arena), no hacen más que intentar, en vano, poner orden a ese concepto de tiempo, que cada muñeca, en el latir del pulso, va pregonando que la vida está ahí, en punto.
Me ha gustado.
Un saludo.
Y a mí me han encantado vuestros comentarios, Gala y Albada.
Muchas gracias, guapas.
Besotes.
Me da a mí que detrás de esta perdida material, hay otra gran perdida, por la que aún algo sigue latiendo, me equivocó?
Un abrazo, MJ.
¡Jeje! No, Miguelángel, de momento solo he perdido un reloj al que le tenía un apego especial.
Un abrazo.
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