El sol brilla tan fuerte que solo ha podido levantarse mi sombra. Tumbada aún en la cama, con el calor pegado a mi cuerpo, la observo moverse, libre de mi, ágil. Salta por la habitación, gira, vuela y desaparece por el pasillo.
La oigo en la cocina, me llega el olor del café y del pan tostado. Desayuna y regresa a la habitación, pasa al baño y se ducha. Canta mejor que yo.
Finalmente se acerca a mi, junta las puntas de nuestros pies, los separa y se va. Descalza.
9 comentarios:
Me reafirmo, esta segunda lectura sólo potencia lo que de bueno encontré en la primera.
Un beso
Me sigue gustando...
Besos desde el aire
Sigo opinando lo de las tres lecturas.
Y sigue gustándome.
Muy muy original, me ha encantado.
Es como si tumbada en la cama se estuviera pensando en las próximas acciones. En algunas culturas dicen que la sombra es el alma, y que al separarse del cuerpo se produce el adiós. Espero que a tu protagonista le diera tiempo de pillarla en la cola del autobús.
Que plenitud de alegría causa la lectura de éste relato.
Me repongo de la levantada a las 5 de la mañana con el teléfono sonando en medio de la pesadilla.
Te imaginé feliz bailando con la sombra.
Gran imagen.
Hace tiempo que la idea de un relato con la sombra como protagonista me ronda por la cabeza y me ha hecho mucha gracia encontrarme con este tuyo, que -por cierto- me ha parecido estupendo.
Enhorabuena, Anita. Gran trabajo.
qué bueno este desdoblamiento, Anita!! Creo que mi sombra siempre desayuna antes que yo... Excelente micro!!!
Gracias! A veces las sombras se nos adelantan... y nos escriben los relatos.
Abrazos
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