Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

martes, 14 de febrero de 2012

PONTE BUZO

Preparó el plan perfecto para el asalto al banco. Digno de un matemático y eso que él era solamente un cartero. Más no por éso menos cerebral. Cubrió todo detalle.
COMENZÓ POR EL FINAL. La salida es lo más importante, cualquiera entra a un banco gritando :---Al suelo putos, el que se mueve se muere.--- Pero al salir viene lo bueno. Hay que calcular que nadie vea los trasplantes de coches, el ensayo del tiempo para que no aparezca la ley antes de ganar distancia, los disfraces para que cuando busquen al del abrigo negro topen con quince a los que te encargaste de regalarles uno igual y se los hiciste llegar en forma anónima por medio de unas monjitas quienes además les dejaron el recado de andarse por la zona porque ibas a pasar por ahí llevándoles dinero.
Todo pulidito mecánicamente.
El dinero viajaría en la camioneta de correos que hacía su diaria corrida al puerto y de la cual jamás sospecharían si montaban un retén policiaco.
Incluso días antes del golpe fué a la playa a relajarse nadando para tener sus nervios afinados como violín de concierto.
Al vagar por la arena amistó con la joven que buceaba para sacar cangrejos y almejones y otros peces.
Se dedicó a enamorarla para matar el tiempo. Ella le enseñó la pesca submarina; y se desató la dinámica de los mariscos combinados con las hormonas juveniles. Postergó el asalto unos días para entregarse al idilio y una cosa fué sucediendo a otra. El embarazo, el matrimonio, los hijos, y sobre todo el tiempo para refleccionar su propia existencia. Renunció a ser cartero, también a ser asaltabancos pues comprendió que no había ningún dinero que valiera poner en riesgo la compañía de su mujer y de sus hijos, ni las fabulosas mariscadas que ella preparaba .
Hay tantas grandes historias acerca de lo que alguien dejó de hacer y nadie jamás lo supo.

10 comentarios:

Paloma Hidalgo dijo...

Me temo que el frustrado atracador-cartero ha salido ganando: una vida en pareja estable, unos hijos, y la felicidad de poderlo disfrutar son mucho más consistentes.

Muchas historias que pudieron ser no fueron, tienes toda la razón.

Saludos

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Yo hubiese hecho la misma elección.

Con amor y mariscadas, ¿quién necesita dinero?

Un abrazo, Carlos.

Yashira dijo...

Sorprendente, jaja, esperaba ver el atraco, tan bien narrado casi parecía que se desarrollaría delante de mis narices, y no... Es sólo la historia de una familia feliz, pues sí, muy buena elección. Menos acción y más amor, compañía...Ojalá esa fuera mi familia.

Felicitaciones,

Doctor Krapp dijo...

Me encanta esa frase: "se desató la dinámica de los mariscos combinados con las hormonas juveniles"

Luigi Castelli dijo...

Si he de ser sincero, le falta calidad al pequeño relato. Pero no está mal.

Unknown dijo...

Gracias a todos por darme el privilegio de su lectura; estoy de acuerdo con Luigi Castelli en cuanto a la falta de calidad del relato.
Así nos resulta cuando no le damos a una historia el tiempo para pulirla con dos o tres repasos de afinación'.
Ciertamente que no la publicaría entre mis selecciones para un libro,
a menos que lograse elevarla a buen nivel.
Gracias por la observación, me estimula a mejorar.

Elysa dijo...

No hizo mala elección, no. Creo que además salió ganando en la vida.

Besitos

Sandra Montelpare dijo...

a mí me gusta la reflexión final... las historias que no fueron...Saludos van!!

Javier Ximens dijo...

Es cierto, tu frase final: por cada historia vivida hay miles dejadas de vivir. Es entretenido.

Clip dijo...

Lo que podía haber sido y no fue, un relato delicioso.

Ebhorabuena !!

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.