"Algunas veces realidad y ficción son la misma cosa"
No
hay peor ruido que el golpeteo desatado por el silencio de un hospital. Esa
mudez corroe, maltrata, desmigaja el
alma. No hay noches más lúgubres que las alumbradas por la luz mortecina que
reflejan esos pasillos alcanforados, raídos de sueños, forrados de congojas. No
hay espacio más eterno que las horas ahí agotadas. Los minutos reptan,
culebrean por la mente, se arrastran como sombras apesadumbrando las manecillas
del reloj. El tiempo, implacable, en esta habitación de hospital no pasa,
permanece, acampa, te araña, te lastra, te maltrata como si fuera un gigante
desatado, pisoteando esos pasadizos
saturados de padecimiento y esperanza.
Clarea la noche; el cuerpo duele, cansa. Ovillado por los hilos de la redundancia
y de la repetición me percibo tatuado en la cama: ella y yo somos la misma
cosa, el mismo mueble. Intento caminar, desperezarme peregrinando por esos túneles coloreados de
blanco nada, tirito auscultando esa
afonía pálida, alicaída, ingrávida - acuchillada algunas veces por el lloro de
un niño, tiroteada otras por los gemidos
de un anciano-. Siento un vacío infinito.
Me estremezco. Transito serpenteando por este mar de silencio, como un autómata sonámbulo
intentando consumir los segundos, extinguirlos, anhelando acelerar el
tiempo. Me descubro ratón diminuto enjaulado en un laboratorio, haciendo girar
la noria infinita de la fatalidad. Respiro hondo. ¿Qué nos queda? Encomendarnos
a Dios, también al diablo. Sólo es un
juego, el de la vida: azar, destino, razón, ciencia, suerte.
17 comentarios:
Un micro intenso, este que nos regala Xavier.
Con una prosa limítrofe entre la narración y la poesía, mueve el péndulo narrativo al ritmo propio de la tristeza que envuelve todo el relato.
Con un contenido emocional reflexivo, esta pieza me resulata conmovedora. Cuenta lo que todos, alguna vez, en carne propia o ajena hemos sentido.
Mis parabienes a Xavier.
Es un micro cargado de lirismo. Todos sabemos lo que la estancia en un hospital. A mí, la palabra que más lo describe es indignidad, desesperanza y tristeza. El tiempo se detiene, te cae como el goteo de la tortura china. Pero esa congoja nos la describes tú en otra dimensión, más emocional, más intensa, como siempre, nos transformas la situación en pura poesía. Un abrazo.
Xavier, los hospitales son esos recintos que sólo consiguen que la única visita que deseas realizar sea para ver la carita de un nuevo retoño, todas las demás son duras. Muy bien reflejado y guiado esa impotencia y amargura de unas momentos desesperados en un hospital, con la impotencia por bandera.
Me gustó mucho.
Un abrazo.
Sobrecogedor...tan real y tan íntimo...qué tristeza desprenden tus palabras Xavier, y qué desesperanza.
Me ha gustado mucho. Un saludo.
Desgarrador. Enhorabuena Xavier por tu excelente prosa. Un abrazo.
Qué bien descritas las noches, Xavi. Porque un hospital es siempre triste, pero por las noches... es como estar en una nevera vacía, y lo peor es que no puedes cambiarlo, ni escapar. Ahí no manda nadie de este mundo.
El hospital y su noche, pinceladas escritas a golpe d sentimiento. Muy bonito en su tristeza.
Saludos
El tiempo paralizado es lo que más he notado yo siempre. La sensación de irrealidad.
Lo has descrito magnificamente bien.
Me gusta mucho
Elena Casero.
Cuando entro a un hospital he de respirar hondo, meditarlo antes, contraer los músculos de mi cara como si fuera a enfrentarme a un gigante.
Al leer tu habitación 15, pensaba en la 122, o en la 130 ...y tu descripción de me llenaba de un único pensamiento ....quizás ...el de la impotencia ....El cuerpo duele, cansa, .....transito serpenteando ....sonámbulo ....acelarando el tiempo sin saber hacerlo .... Como dice Nicolás : sólo cuando otra vida nace es cuando esas sensaciones desaparecen.
Muy bien micro Xabier.
Un abrazo desde mis palabras.
Nos has expuesto los momentos electrocutantes de la vida.
La misma capaz de darnos y quitarnos todo, contiene un tremendo lamento de tristeza y nos deja impotentes ante el poema tan pleno de gravidez que aquí está.
Me deleitó el uso del lenguaje, que además construye ese hospital con sus detalles, los fantasmas de sus ausencias, y sus olores. Toda la desesperanza y repulsión que acompañan el texto se transforman en compasión justo al final.
Creo que no hubiese podido describirlo mejor.
Besos!
Quejica
muy bien Xavier
saludos
No lo podías haber descrito mejor, Xavier, Hospitales y noches, eternas, infinitas, esteriles... tú lo has contado mejor que yo.
Besitos
Gracias a tod@s por los comentarios y a los amigos de El Microrrelatits por ofrecerme su página. Este texto está escrito en una habitación de hospital, ya olvidada...algunas veces realidad y ficción interseccionan y uno se convierte en un personaje mas de sus propios cuentos. Un abrazo.
Me parece un gran relato de prosa poética. Como curiosidad, yo suelo escribir de noche en un centro socio-sanitario. Por si te mejora la imagen de la noche.
Esos pequeños e incesantes sonidos de la noche de una cama de hospital. El dilatado ritmo de los segundos en los relojes en una cama de hospital. La pócima de miedos y esperanzas a partes iguales en una cama de hospital. Ese sentirse no sólo diminuto, sino anónimo en el número de una cama de hospital.
El del 402.
Me gustó. Un abrazo.
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