Cuando no aguantó más saltó el murito que daba al malecón y dejó que su instinto le guiara hacia el mar. Asentó bien sus pies y observó las olas rompiendo discretas entre las rocas. Intentó ver más allá pero sólo vio espumas. Tal era la oscuridad, tal era la noche.
Allí, a solas con el mar, aflojó su pantalón y vació al fin su vejiga.
De pronto advirtió una presencia, un susurro de telas y una tos. A su derecha, mirando también al mar, estaba la muerte.
Allí, a solas con el mar, aflojó su pantalón y vació al fin su vejiga.
De pronto advirtió una presencia, un susurro de telas y una tos. A su derecha, mirando también al mar, estaba la muerte.
Sintió un escalofrío y una extraña indiferencia que se tornó en sorpresa al ver cómo la muerte buscaba torpemente entre sus ropas y echando su cabeza ligeramente hacia atrás, empezó a mear también suspirando de alivio.
Alguien canturreó a su izquierda y al mirar se topó con un pirata que, con la espada entre los dientes, luchaba por soltar su cinturón. Junto al pirata orinaba ya un astronauta y más allá un ángel y un gorila compartían un cigarro.
Sonrió pensando en lo surrealista de aquella escena mientras ordenaba sus ropas y se colocaba bien el antifaz y la nariz de payaso.
Luego volvió despacio al estruendo del carnaval buscando entre la multitud a sus compinches, que a esas horas atracaban un banco de los de sentarse en la calle, después de robarle la corona a un faraón y a un par de reyezuelos que por allí pasaron.
En la isla de La Palma, fuera del tiempo y llena de espectros, ya casi amanecía.
Kum*...
Alguien canturreó a su izquierda y al mirar se topó con un pirata que, con la espada entre los dientes, luchaba por soltar su cinturón. Junto al pirata orinaba ya un astronauta y más allá un ángel y un gorila compartían un cigarro.
Sonrió pensando en lo surrealista de aquella escena mientras ordenaba sus ropas y se colocaba bien el antifaz y la nariz de payaso.
Luego volvió despacio al estruendo del carnaval buscando entre la multitud a sus compinches, que a esas horas atracaban un banco de los de sentarse en la calle, después de robarle la corona a un faraón y a un par de reyezuelos que por allí pasaron.
En la isla de La Palma, fuera del tiempo y llena de espectros, ya casi amanecía.
Kum*...
8 comentarios:
Ustedes me sabrán disculpar. Me hice un lío al programar la entrada y salió hoy.
¿Será que sigo de carnaval y no me he dado cuenta?
Besos payasos... desde México.
Dedicado, otra vez, a mis chicas palmeras del sombrero, claro...
Hermosa reunión, que pudo haber ocurrido en el interior de su cabeza, o en alguno de cientos de paramundos con sus particulares realidades.
Muy divertido. Parecía surrealista, efectivamente, y al final es realidad carnavalesca. Me ha gustado los ríos que van al mar.
Me encantó el relato, el final estupendo
Buen inicio de semana
Te dejo un abrazo
Pues muy divertido sí, enhorabuena por el doble juego.
Saludos
Woow, está excelente, me gustó mucho
Divertido y surrealista tu texto, me engañas para luego mostrarme una escena de carnaval.
Besitos
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