Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

jueves, 17 de noviembre de 2011

El traductor

Era excelente en su trabajo, pero le gustaba hacer algunas gansadas, pequeñas bromas para su diversión personal: Un tiempo verbal mal conjugado, un adjetivo de sentido opuesto, una coma mal ubicada, esas cosas. Como era tan buen profesional y gozaba de una inmejorable reputación, hasta ahora nadie le había dicho nada, en realidad jamás lo habían descubierto…

La familia estaba atravesando uno de esos pintorescos momentos de felicidad hogareña, sin mayores pretensiones. Se habían reunido todos en la cocina para disfrutar de la nueva adquisición. Cuando la señora pulsó el botón de inicio del microondas, el plato interno salió volando como un frisbee, mientras que las luces del trasto se encendían y apagaban descontroladas. Una explosión acompañada de humo fue el apoteótico final del acto… y del microondas. Ninguno podía explicarse qué había sucedido, pues habían seguido -a rajatabla- las instrucciones en español del manual.

15 comentarios:

Unknown dijo...

Una parábola que demuestra la destructividad de bromear con el trabajo, el tipo causó un sabotaje con su mal chiste.
Antes no mató a alguien.
Los chistes deben ser sólo para causar risa, éste traductor pudo haber degollado a la señora e incrementado el elemento trágico de tu cuento, con sólo un par de palabras más.

Susana Camps dijo...

Me parece muy divertido, se lo enseñaré a los que me preguntan por qué me dedico a traducir si total ya existen traductores automáticos.

Mei Morán dijo...

Si sólo fueron bromas... Lo cierto es, que algunos manuales de instrucciones son un desastre.
Muy divertido el micro.
Saludos

Paloma Hidalgo dijo...

Debe existir un sindicato de bromistas de ese estilo, seguro que lo hay, son demasiados casos para otorgarle la autoría a uno sólo. Muy ingenioso tu micro. Me gustó.

Sal, U-2.

omar enletrasarte dijo...

muy bueno Humberto,
saludos para vos

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Por eso yo nunca me leo los manuales de instrucciones.

Sabrina dijo...

Humberto:
Te sigo donde estés, este relato me pareció muy divertido y genera conciencia de la dificil tarea de los traductores. A mi me pasó de estropear un electrodoméstico por culta de la mala traducción.
Besos.

Sabri!!

ArteDeAmar dijo...

A buen entendedor...Cambiar de traductor ;-)
Me ha causado risa tu relato, pero si existen errores tragicos sobre lo mismo.
Besitos de Arte.

Laira dijo...

Nunca más voy a fiarme de ningún libro de instrucciones, utilizaré la lógica.
He leído el texto y enseguida he sido capaz de desvelar el autor...como siempre maravilloso, como una microondas explotando en un restaurante repleto.
Besos enormes!

A.Torrante dijo...

With you’re permission me going to translate to english, yes?
He was excelent in his work, but liked to make some goosing, little jokes for his personnel diversion. A wrong verbal time conjugated, and adjective in the opposite sense, a bad ubicated coma, those things.
Do I continue? And the next time you came into the blog and right bad things about the translators we will send you a manual for centrifugal bomb installation. Capisce?

BEATRIZ dijo...

Hola,

Un gusto pasar a ponerme al día.

En el caso del relato, la broma salió cara, pues si hay algo metódico debe ser un traductor.

Saludos.

Elysa dijo...

Muy divertido y lo cierto es que ese traductor debe estar clonado en cientos porque hay demasíados manuales mal traducidos o con esas pequeñas bromas.

Besitos

Stefania dijo...

Una broma que casi le cuesta la cabeza a la señora, jeje.
Esa ironía es tan tuya querido Humberto, única.

Besos.
Stefi.

josé manuel ortiz soto dijo...

Humberto, dos historias en una. No sé si valdría separarlas por caìtulo I y II. En la primera lectura debí volver atrás para entender por qué el cambio en la narración.

Saludos.

Anónimo dijo...

Jaja, esta vez se excedió el tipo. Tal vez fue su chiquillo interior en busca de atención.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.