Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

domingo, 29 de enero de 2012

El juego

     Aunque nos hayan visto eliminarnos los unos a los otros y alegrarnos de la muerte del contrario dando brincos, hemos de decirles que no somos ni racistas ni asesinos. Simplemente obedecemos las reglas del juego y a aquel que nos mira y nos empuja con el dedo.
     Sin embargo, en contadas ocasiones, logramos escapar a nuestro cruel destino: cuando el azar nos hace permanecer en casa y sólo somos espectadores pasivos de la frustración de nuestro dictador de turno.
     Amarillo, rojo, verde y azul. La vida no es fácil para nadie, independientemente del color del que estés hecho.
     Amarillo, rojo, verde y azul. Un juego en el que matamos y morimos mil veces, tras el cual nos encontramos juntos en el cubilete, juntos y sorprendentemente ilesos.

Luisa Hurtado González

9 comentarios:

Nicolás Jarque dijo...

Luisa, el parchís, como cualquier juego de mesa, puede ser un entretenimiento fenomenal o un foco de discusiones. Hay gente que no sabe perder ni ganar, y a la inversa, con lo que...
Me gustó mucho este micro visto desde la perspectiva de las fichas.

Un abrazo.

Rocío Romero dijo...

"Sorprendentemente ilesos" ese es el quid, me encantó el final. Sorprendente para los guerreros y esperanzador ¿Verdad?

MJ dijo...

Afortunadamente en el parchís no suele llegar la sangre al río. Si acaso algún 'mosqueo' de los que no saben perder :-)

Un abrazo.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Me pasa como a Rocío, ese "sorprendentemente ilesos" es el ojo de este huracán.

¡Grande, Luisa!

Alondra Viajera dijo...

Al igual de nosotros que creemos morir mil veces con "ayuda" del destino y resurgimos una y otra vez.
Siempre me he reido con los juegos y no emtiendo a la gente que se enfada.
BICOS.

Byron C dijo...

Jajaja me encanta cuando llego al final y no es para nada lo que había estado pensando.
Así da gusto leer, cuando a uno le cambian los esquemas.
Un saludo.

Luisa Hurtado González dijo...

En mi casa jugábamos el parchís asesino, inventado por nosotros, todo igual pero se valoraba que las fichas fuesen autenticos kamikazes. Pura adrenalina. Absurdo pero genial.

Unknown dijo...

El parchís me ponía en huída cuando llegaba a visitar mis seres adictos a ésta extraña manía; pero en cambio con el cubilete del bar del parque en Morón de la Frontera, debo haber comido una tonelada de pajaritos fritos con Fino Tío Pepe a costillas de los que perdían.

Anónimo dijo...

Sí, me gustó la imagen del cubilete.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.