Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

jueves, 15 de diciembre de 2011


Publico hoy dos relatos que añadí recientemente en mi blog.
Saludos y disculpas por la intermitencia.

La caída.

Encontramos al anciano en la punta más oriental de la isla de Tricania. Por su actitud pensaría que busca en el mar, pero sé que el sol cegó su vista tiempo atrás. Me apena contemplar su pelo desmadejado, la túnica harapienta, el aspecto depauperado del que no hace mucho tiempo fue el arquitecto más celebrado en toda Grecia. 
- Maestro, - le digo, - maestro.
No responde.
- Maestro, - insisto.
- No hay caso, - asegura mi acompañante.- Lleva años aquí, esperando que las mareas arrastren el cadáver de su hijo. Aquí duerme. Se alimenta de lo que le traen las almas caritativas, pero pasa días sin comer si nadie viene. No insista, créame. Tiempo atrás Ícaro murió en su caída al mar. El gran Dédalo aún sigue cayendo.

Revisión del mito de Ícaro II

Todo comenzó con un grito al que se sumaron miles, cientos de miles, quizá millones de gritos. Fuimos pocos los que salvamos la vida. La culpa no fue de ellos, es intrínseco en un joven querer contemplar horizontes cada vez más lejanos. Por eso todos aquellos Ícaros ascendieron y ascendieron, cada vez más cercanos al sol, hasta que la cera que les habían proporcionado para fabricar las alas comenzó a deshacerse. Sabíamos que ocurriría, pero nadie les avisó de ello. 
Millones de Ícaros cayeron simultáneamente. Parecía que el cielo se desplomara. Y aquel grito, resultado de aunar millones de gritos... 
Todos perecieron y, bajo ellos, los Dédalos que no hallaron donde protegerse. Mecidas por el viento, sobre el amasijo de carne informe en que tornaron los cuerpos, caían lentamente las plumas desprendidas, como si de una vivificación del Tártaro se tratara.
Como digo, sólo unos pocos salvamos la vida. Aquellos que acostumbramos, sabiamente,  a habitar en los umbrales.  


Hugo Cueto

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desmadejado, harapienta, depauperado, me aderezaron la lectura. Sigo viendo millones de Ícaros caer y los escucho aullar.

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.