El viaje en tren
era predilecto para Elisa. La lectura de cuentos de amor, también. Las huellas
de la tormenta del día anterior se dibujaban en el campo. Mirándolas, se
durmió. El libro de Corín Tellado se
resbaló de su falda. Nunca más lo encontró, tampoco a su personaje amado.
Me gusta la atmósfera del relato. Me hace pensar en una abuelita.
ResponderEliminarY por la época, claro que sí. Un abrazo, Andrea.
ResponderEliminarLe hubiera ido mejor con un libro sobre meteorología. Las huellas de las tormentas siempre se encuentran.
ResponderEliminarAbrazos
Me quedé pensando en éste tipo de lectura manipuladora de la mente femenina, la Tellado les tenía tomada la medida de la psique y vendió por millones alimentando ésos apetitos sin saciar.
ResponderEliminarésta señora sí que supo capitalizar su nicho en el mercado.
Por sólo leer aquí el nombre de ella, me inspiraste a una pieza publicada aquí pocos días después.
ESCRITORES ESPECIALIZADOS.
Debe ser terrible perder un libro que estás leyendo...
ResponderEliminarMe gustó tu micro.
Te invito a conocer mi espacio y que encuentres allí algo que te aporte.
Un saludo Zunilda.
Setefilla