miércoles, 6 de febrero de 2013

La magia del fuego


El intenso calor la acosaba. Las llamas empezaban a lamer su cuerpo. Y más allá, entre el humo, aún podía ver las miradas llenas de miedo de aquellos que la habían declarado culpable de brujería, a los que atemorizaban su pelo rojo, su rebeldía y su descaro.
Eligió a una mujer que como todas era pálida, vulgar y transparente, ésa que  movía los labios como si rezase y hacía resbalar sus dedos nerviosos por un rosario desgastado.
La bruja logró que las yemas de sus dedos rozasen los amuletos que aún escondía entre la ropa, comenzó a susurrar extrañas palabras y, para cuando concluyó el conjuro, la mujer de pelo rojo era una más entre las personas del pueblo, tan vulgar y transparente como ellas aunque sus labios permaneciesen sellados y no rezasen. Tuvo  que admitir entonces que, gracias a la belleza hipnotizadora del fuego y a los gritos desgarradores de la desgraciada por la que se había cambiado, el espectáculo no defraudó a nadie.

8 comentarios:

  1. Eso de trasmutarse me gusta, a ver si un día de estos aprendo a hacerlo.
    Muy bien Luisa.

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  2. felicidades por la manera de describirlo :)

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  3. Está genial, me ha entrado yuyu al imaginarme a la pobre mujer transparente agonizando entre el fuego.

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  4. Me han entrado escalofríos con la transformación y la agonía. Bien escrito.
    Un abrazo Luisa

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  5. Un acto de salvación de la hechicería: cambiar los cuerpos y dejar el castigo a otro. Muy bueno.

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  6. Un acto de salvación de la hechicería: cambiar los cuerpos y dejar el castigo a otro. Muy bueno.

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