En una sola sesión me quitó las ganas de fumar. Sí. También me quitó las ganas de alcohol, la necesidad de dulce y el hábito estúpido de comer pipas cada vez que me ponía nervioso. Fíjate. En menos de veinte minutos tuvo tiempo para hacerme perder el apetito, la costumbre de eructar después de las comidas y el vicio ese de mover constantemente las piernas cuando no sé qué decir. ¿Ves? Ni un espasmo. Impresionante. Llegué allí de casualidad. El amigo de un amigo de un amigo. Una maravilla. No recuerdo lo que me cobró pero desde que fui parece que puse la vida a cero. No puedo reprochar nada. Es como si no hubiera ganas de hacer daño a nadie, como si no hubiera pasado. Así que aquí me tienes. Bueno. ¿Empezamos? Ya parece que hay menos nervios. Ahora sólo tienes que relajarte mientras me miras, muy fijamente, a los ojos.
Excelente descripción del estado alfa o gravedad cero como algunos le llaman; quizás la forma de felicidad más duradera.
ResponderEliminarCreo que no acabo de entenderlo... me siento un poco estúpida pero es que me gusta... es raro ¿no? (me doy miedo)
ResponderEliminarUna sesión muy bien contada, muy bien aprovechada...
ResponderEliminarEncantada de conocerte
Besicos
Hipnotizado hipnotizador, y así sucesivamente, hasta el fin de los tiempos... Cautivante relato.
ResponderEliminarQue conveniente no acordarse de cuanto cobró. Muy bueno.
ResponderEliminarGracias a todos por los comentarios.
ResponderEliminarUn saludo, Alberto.
yo quiero una sesión... :D.
ResponderEliminarnice micro.
Por un momento imaginé que el que hablaba estaba muerto. No se acordaba de las cosas, no siente necesidades que antes tenía, pierde sus hábitos...
ResponderEliminar