La luz le descubrió la tragedia encerrada en aquel oscuro desván.
Pequeñas. Tiznadas de gris olvido y marrón desidia.
Yacían desparramadas en los huecos existentes entre los objetos allí abandonados.
Algunas emitían un llanto casi inaudible.
Otras respiraban con una dificultad penosa de contemplar, hinchando apenas sus ángulos.
La determinación le impulsó a tomar papel y pluma.
Empezó por limpiarlas.
Acto seguido las alimentó con una bella historia y las vistió de blanco y negro.
Por último, salió de aquel almacén de tristezas llevándolas consigo.
Me resulta indefinido.
ResponderEliminarNo aclara que tragedias, de que se trata, en que consistió la limpieza, ni la bella historia, habla de algo que deja en duda su magnitud, sus hechos, su intensidad, o gravedad o todo lo contario.
Jamás supe que ocurrió en éste relato.
Estoy seguro que un qué pasó, como, quien, cuando y porqué pondría ésto en claro.
Hasta ahora solo se donde.
En el desván
Curiosamente, y al contrario de don Carlos de la Parra, yo no tengo problemas con este microrrelato.
ResponderEliminarCreo que como lector, asumo mi compromiso de llenar los espacios en blanco y ser parte del proceso creativo.
Saludos!
Estupendo relato, Nicolás, un placer descubrir tus letras, te sigo ya mismo.
ResponderEliminarUn beso, estás invitado a pasarte por mi blog.
Besos gitanos
Muy poético y a mi personalmente me gusta que no cuenta nada, sólo insinúa que hay una historia e invita a imaginar todo el resto.
ResponderEliminar